MIRADOR

En el momento de la verdad

La salida de Construïm sirve para presionar a Mas con el fin de que se desdiga del 27-S

JOAQUIM COLL

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Ayer se dio a conocer el manifiesto de la plataforma de diálogo y acción  Construïm, firmado por una docena de personalidades de la vida económica, social y universitaria, como Carlos Losada (exdirector de ESADE), Eduard Arruga (presidente del Banco de Alimentos), Alfredo Pastor (exsecretario de Estado de economía), Ignasi Parody (presidente de la red europea de empresas de inserción social), Francesc Torralba (catedrático de filosofía) o César Molinas (economista y consultor). Se adivina claramente que es el germen de un nuevo partido político, cuya base ideológica es la democracia socialcristiana y el catalanismo pactista. Es una iniciativa de la que se rumoreaba su puesta en marcha desde hace tiempo y que ha sido bautizadapor algunos como «el partido de Duran».

Puede servir tanto para un roto como para un descosido. Como refugio de los sectores de UDC que queden huérfanos si en la consulta interna anunciada para el 14 junio se imponen los partidarios de sumarse a la ruta secesionista de CDC. O como 'pal de paller' de una nueva marca política, que vaya más allá de la vieja Unió, con el fin de aglutinar el centro catalanista moderado de cara a las elecciones del 27-S, al frente del cual se sitúe el propio Duran Lleida o su delfín, el 'conseller' de Interior y secretario general del partido, Ramon Espadaler. Este tiene el encargo de transformar la citada consulta en un plebiscito, no sobre la independencia como querría la caverna mediática soberanista, sino a favor de la autonomía política de UDC frente a la absorción que de facto pretenden los más entusiastas del proceso. Tras las elecciones municipales, cuando baje la tensión, puede ser más fácil.

Entre tanto, la salida pública de Construïm sirve para presionar a Artur Mas con el fin de que, en el momento de la verdad, se desdiga del anuncio electoral de enero, suicida según todas las encuestas, incluyendo las gubernamentales del CEO, que pronostican una Catalunya ingobernable y otro batacazo de Convergència. Que el 'president' rectifique o no depende básicamente de dos factores. Primero, de que se trague su propio orgullo, difícil pues ha empeñado su palabra. Claro que esa rectificación solo podría ir acompañada de un sacrificio personal como el de no volver a presentarse tras agotar la legislatura en el 2016, como señalé la semana anterior. Segundo, de lo que pueda ocurrir en ERC, donde podría acabar abriéndose el debate interno sobre la lista única si los resultados de las municipales no son todo lo buenos que algunos esperan, sobre todo en Barcelona y el área metropolitana. Y no digamos si Junqueras resbalara en Sant Vicenç dels Horts, cuya alcaldía logró en el 2011 gracias a un tripartito con ICV y CiU, hecho contra el PSC, la fuerza más votada con diferencia.