Los jueves, economía
La empresa en la sociedad
Los directivos de una compañía deben cuidar el impacto accionarial, laboral y social de sus decisiones
Antonio Argandoña
Profesor del IESE.
ANTONIO ARGANDOÑA
La empresa no tiene buena prensa en este país, pero es una institución enormemente importante: produce los bienes y servicios que satisfacen nuestras necesidades, genera empleo y rentas (esto no es mérito del Estado), da eficacia a la economía, nos equipa con capital humano, nos enseña valores y virtudes... Aunque también puede ser fuente de frustración, dañar el medioambiente o inducir conductas corruptas o insostenibles.
Las empresas son factores de transformación de las personas y de la sociedad, para bien o para mal. Algunas nos han dado mal ejemplo, pero no olvidemos que la mayoría se han esforzado por competir en un entorno que no es fácil, han innovado, han abierto nuevos mercados. Y han despedido trabajadores, pero a nadie le gusta hacerlo.
Pero no pretendo hacer un panegírico, sino una reflexión sobre su papel en la sociedad. Para ello, partiré de una definición de la Comisión Europea sobre la responsabilidad social de las empresas: «Sus impactos en la sociedad». Me encanta. Quizá porque nos dice también cuál es la responsabilidad de los gobiernos, los sindicatos, las familias, los profesionales, los partidos: la responsabilidad por nuestros impactos en la sociedad. Todos somos responsables.
Bien: ¿qué significa esa definición si usted es el gerente de una empresa? Pues que tiene que pensar en sus impactos en la sociedad: en sus accionistas, directivos y empleados, clientes y proveedores, en su comunidad local y en la sociedad en general. ¿Qué impactos? Todos: positivos y negativos, grandes y pequeños, directos o indirectos. Pero -me dirá el lector- yo no soy capaz de preverlos todos. Sí, ya lo sé: haga lo que pueda, pero procure no olvidarse de ningún efecto importante. Cuantos más impactos tenga usted en cuenta, más responsable será usted y su empresa.
Empecemos por los impactos negativos: maltrato de los empleados, productos tóxicos, fraude fiscal, retraso en el pago a proveedores. Trate de evitarlos si es posible y no se engañe diciendo que no puede, al menos mientras no haya hecho un análisis detallado de todo lo que podría hacer para evitarlo. Si no puede evitarlos del todo, trate de compensar a los afectados y no se engañe: dar dinero a una obra social no compensará a los clientes a los que vende productos defectuosos.
Sigamos con los impactos positivos. Aquí no hay límite: podemos hacer mucho. ¿Que es muy caro? ¡Oh!, no se trata de dar dinero, sino de hacer las cosas bien. Sus trabajadores tienen derecho a que les trate usted con respeto, que ponga los medios para que aprendan cosas nuevas, que encuentren buenas relaciones en el trabajo. Y que entiendan que están haciendo algo útil, de lo que puedan estar orgullosos. Recuerde lo de aquellos picapedreros a los que, hace unos cuantos siglos, les preguntaron qué hacían. Uno contestó: pico piedra; otro: saco adelante a mi familia, y el tercero: construyo una catedral. ¿Qué contestarían sus empleados?
Oiga, pero si no hay límite, ¿dónde se acaba mi responsabilidad? Bueno, quizá debí haber empezado por aquí. Usted debe obtener resultados económicos, porque de ellos depende la prosperidad de todos, la satisfacción de los consumidores y el crecimiento de la organización. Debe procurar atender los motivos por los que sus empleados vinieron a trabajar: salario, claro, pero también satisfacción (construyen una catedral), aprendizaje, posibilidades de carrera, relaciones humanas. Y no les ponga muy difícil que tengan un comportamiento éticamente correcto: que no se avergüencen de trabajar en su empresa.
Por tanto, debe conseguir resultados económicos, psicológicos, sociales, éticos. .. Y como usted es responsable de los impactos de su empresa en la sociedad, pregúntese también si los clientes obtienen lo que razonablemente podían esperar de sus productos. Y sus proveedores. Y la comunidad local: muy bien pagar las camisetas del club de fútbol local, pero sus impactos pueden llegar muy lejos. No es cuestión de dinero: primero, las personas, el desarrollo de sus competencias; luego, los vínculos locales.
Y todo esto no lo puede lograr usted solo. Tiene que implicar a todos en la empresa: accionistas, empleados, clientes... Con visión de futuro, porque hay que abrir cada día, y esos impactos positivos se deben producir hoy y mañana, y evitar los negativos también hoy y mañana.
Bueno, ya les he explicado cuál es el papel de una empresa en la sociedad. ¿No es posible? Lo que pasa es que somos humanos y a menudo hacemos las cosas mal. El hecho de que algunas -incluso muchas- empresas no lleguen a este ideal no significa que debamos renunciar. También sus hijos estudian poco, son desordenados y están muy lejos del ideal. Pero son los suyos y usted trata de conseguir que se aproximen al ideal. Pues lo mismo.
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