Empar Moliner y los malvados

La quema de la Constitución en TV-3 por Empar Moliner ha devuelto al primer plano una de las manipulaciones más groseras del agit-prop del 'procés', que consiste en presentar al Tribunal Constitucional (TC) y al Gobierno central como dos entes malvados que pretenden dejar que los pobres catalanes se mueran de frío si no pueden pagar la luz o el gas. La «escritora payasa» justificó su acción como una manera de denunciar «una Constitución que no garantiza el derecho de los pobres catalanes» y se quejó de que España no copiara la ley catalana.

No puede haber más demostración de ignorancia y de mala intención. En primer lugar, el Gobierno español ya adoptó medidas, antes que el Parlament, sobre la pobreza energética. En segundo lugar, la anulación del decreto catalán lo ha sido por invasión de competencias estatales y no por otros motivos malignos. Es perfectamente legítimo sostener que Catalunya debería poder legislar sobre pobreza energética por motivos de proximidad y eficiencia -de hecho, tres de los 12 magistrados del TC lo suscriben--, pero cuando no se reivindica la competencia, sino que se acude a argumentos demagógicos, la intención está clara: utilizar un asunto doloroso y muy sensible como mera arma de propaganda en la batalla dialéctica del procés. Igual que se oculta la cuestión de la competencia, se magnifica la importancia del decreto catalán, que en realidad es tan rácano que solo alcanza a unas 900 familias.

Pero la técnica no es nueva. Ocurre igual en la protesta por la imputación de Artur Mas y tres miembros del Govern por el 9-N. ¿Cuántas veces hemos oído que están encausados «por poner las urnas»? Pues bien, no lo están por poner las urnas, sino por desobedecer presuntamente al TC. ¿Acaso no se pusieron las urnas el 27-S y el 20-D y no ocurrió nada? Es muy procedente defender que Mas y los demás no deberían estar imputados, pero sin tergiversar las razones.