Contrapunto

Emisiones contaminantes que pagaremos todos

La industria del automóvil es una de las más subvencionadas y debería ser la más cumplidora

El 'dieselgate' y la salud_MEDIA_2

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Salvador Sabrià

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"De acuerdo, nos hemos pasado todos y ahora que se ha descubierto tendremos que arreglarlo. Supongo que nos ayudareis, es vuestro deber". No sé si esta frase ha existido pero serviría para resumir lo que está sucediendo en Europa con el caso de las emisiones excesivas, fraudulentas y contaminantes de los vehículos diésel, más conocido como diéselgate, y las reacciones de los Estados.

El diéselgate era, en síntesis, una manipulación de los sistemas de software de los coches para que en el momento en el que pasen los controles de emisiones el motor actúe con las mínimas revoluciones posibles para pasar la prueba y contaminar por debajo de su funcionamiento normal. Gracias a los resultados de estas pruebas, muchos vehículos recibieron ayudas de los Estados, ya sea en forma de subvenciones al comprador por ser automóviles menos contaminantes, o con rebajas de tributos con el mismo argumento. Ha habido juicios en Estados Unidos y acuerdos forzados con las empresas que les han obligado a aportar miles de millones, con multas o con reparaciones a los conductores afectados. 

Pero en Europa parece que se opta por la frase del principio del artículo. A principios de agosto, la Administración alemana y los máximos responsables de empresas del automóvil alcanzaron un acuerdo para actualizar el software de 5,3 millones de coches diésel. Y el martes de la semana pasada se anunció un pacto similar en Austria: el Ministerio de Transportes pactó con los fabricantes una actualización de los programas de 600.000 coches con el objetivo de reducir las emisiones de gases. Para incentivar esta operación, el Gobierno dará primas adicionales a los compradores de vehículos más eficientes y menos contaminantes, a cambio de achatarrar el antiguo, e incluso se otorgarán ayudas financieras de hasta 10.000 euros para la adquisición de coches eléctricos.  

En este caso, el principio aquel de quién contamina paga no se cumple, al contrario. Los fabricantes de coches, una de las industrias más subvencionadas, ya sea por ventajas fiscales o por ayudas a la compra de vehículos, no solo produjeron coches que contaminaron mucho más de lo declarado, sino que ahora lograrán de nuevo aportaciones públicas para renovar el parque, mantener su negocio y evitar castigos mayores. Este tipo de industria se ha valido siempre del argumento de los millares de puestos de trabajo directos e indirectos que dependen de ella para reclamar ayudas públicas. Pero, a cambio de ello, debería ser uno de los sectores más escrupulosos en el cumplimiento de la ley. El reguero de casos de manipulaciones, motores trucados y trampas variadas para eludir los controles demuestran que queda mucho camino por recorrer en este sector