Gente corriente

Emilio Llamas: «¿Un personaje? A ver, ¿quién dice que soy un personaje?»

Presidente del CF Montañesa. ¿Hay que subir de categoría? ¿Hacer un bocata? Da igual. Ahí está Emilio.

«¿Un personaje? A ver, ¿quién dice que soy  un personaje?»_MEDIA_1

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MAURICIO BERNAL

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-Bueno. Empecemos. ¿Sabe por qué lo llamé?

-¿Por qué?

-Pues mire, por este correo que llegó el otro día al periódico. De alguien que lo conoce, alguien que dice que es un personaje. ¿Le leo?

-¿Un personaje? A ver. ¿Quién dice que soy un personaje?

-Paco Riojo. ¿Le suena?

-Hombre. Paco. ¡Ja! Cómo no.

-Bueno, le leo. A ver: «Hola, amigos... el actual presidente de la Montañesa...» No, esto no. Aquí: «Emilio Llamas: un personaje singular, que tiene su bar delante del campo, que se pasa el día haciendo bocatas, de siete de la mañana a once de la noche. Mientras le llaman al teléfono -no tiene móvil- sigue con lo suyo, atendiendo clientes...» Cómo le parece.

-Je, je... Paco... A ver, tampoco me paso el día haciendo bocatas. Ayudo. Esta es la sede social del club, y la parte del bar la lleva mi hija, y cuando hace falta, pues sí, le echo una mano.

-¿En la cocina?

-En la cocina, detrás de la barra, donde haga falta. Si tengo que hacer una paella, la hago; un arroz caldoso, lo hago. Un pisto manchego, un cocido. Y si tengo que hacer un bocata, pues sí, también, no hay problema.

-Sabe cocinar.

-Me gusta cocinar.

Emilio se jubiló hace cinco años después de trabajar más de 40 en una cadena de zapaterías; era encargado general. Su niñez la pasó en Cuenca y una parte de su juventud en el Eixample, en Barcelona, pero antes de que cumpliera los 20 la familia se mudó a Nou Barris, y allí, de inmediato, casi sin pensarlo, se hizo socio del CF Montañesa, mejor, la Montañesa, que así lo conocen todos; y eso, a partir de entonces -ser de la Montañesa- se convirtió en algo capital.

-Y fíjese que en esa época había muchos clubs en el barrio. Muchos. Pero yo me fijé en la Montañesa. Me gustó cómo funcionaba, y sobre todo: cómo funcionaba en la pobreza.

-Y se convirtió en directivo...

-¡Inmediatamente! Yo era muy joven, pero también muy trabajador, y los que en esa época estaban en la presidencia se dieron cuenta y me ofrecieron entrar. Empecé como vocal, y lo primero que dije fue que no podíamos seguir renunciando a subir de categoría. Porque así era entonces: renunciábamos y renunciábamos a subir de categoría. Por el dinero: no había dinero para subir. Y a mí, la verdad, esa nunca me ha parecido la manera de llevar un club.

-Pero si no hay dinero...

-Pues se consigue. Se hacen rifas. Sorteos. Se abona uno a un número de lotería y lo vende. Yo dije, me acuerdo, que al menos teníamos que pagarles el vermut a los jugadores, y se lo pagamos haciendo rifas.

-Y mientras tanto, en la zapatería.

-En la zapatería, claro. Las zapaterías, las, en plural, porque yo, como le digo, era el encargado general, y tenía que ocuparme de varias.

-Haciendo cuentas, lleva 50 años en el club. Los últimos 10 de presidente. ¿Me equivoco?

-Para nada. Pero oiga esto: a mí ya me habían votado para presidente. Esto fue... en los 70, sí, a principios de los 70. Sí. Veintinueve años, tenía yo. Dos veces me votaron... Sí, dos veces, y dos veces tuve que declinar.

-¿Por qué?

-Por el trabajo. No podía con ambas cosas. Pero lo que sí acepté fue la vicepresidencia, y tengo la suerte de poder decir... Igual no está bien que lo diga yo, eso es verdad... Pero bueno: si no, quién lo va a decir. El caso es que desde entonces el equipo empezó a subir. Tercera Regional, Segunda Regional, Primera Regional, Preferente, Primera Catalana y Tercera, que es donde estamos ahora. A mí eso me llena de orgullo.

-Hay algo que no entiendo. No aceptó... En los 70, digo; no aceptó la presidencia por el trabajo, ¿no? Pero cuando la aceptó, hace 10 años...

-Sí, sí, todavía trabajaba, tiene rezón, pero era distinto: habían abierto una tienda aquí al lado, en el barrio, y mi situación era distinta, era un veterano, tenía más tiempo libre; ahora sí podía ocuparme del club.

-Y ahora, jubilado, se pasa el día aquí. Bueno, es lo que dice su amigo. Paco.

-Aquí me paso el día, sí. Bueno, no le he mostrado las oficinas, venga, mire, es por aquí, pase. Aquí está. Un poco oscuro, pero... ¿sí, ve? Afuera el bar, aquí adentro las oficinas.

-Llenas de trofeos.

-Bonito, ¿no?

-Y de vez en cuando sale a la cocina. Y monta una paella.

-Hay que ayudar en todo.