La clave

Elogio de la complejidad

ALBERT SÁEZ

Por qué confiar en El PeriódicoPor qué confiar en El Periódico Por qué confiar en El Periódico

La llegada de la nueva política a los gobiernos -y el aterrizaje de la vieja en la oposición- permite ver con nitidez el mal uso de la complejidad que hacen nuestros dirigentes. Escuchando a algunas nuevas alcaldesas y a algunos nuevos miembros de sus equipos de gobierno aparece de forma recurrente la palabra. En ocasiones para justificar algunos aparentes incumplimientos (la torre Agbar será un hotel a pesar de la moratoria). En otras para amparar determinadas impotencias (los desahucios no se han erradicado). Y en la mayoría para acallar a la incipiente oposición (el problema del top manta no se puede abordar solo  policialmente).

Lo más curioso es que a la misma velocidad que los nuevos gobernantes asumen la complejidad de la realidad, los recién devueltos a la oposición se olvidan de ella y le piden al Gobierno que solucione el drama de las terrazas o de los apartamentos turísticos a la velocidad de la luz. Por no mentar la prisa que tienen algunos en dirimir si Barcelona es un municipio independentista antes del 27-S tras el papelón que hicieron ellos mismos en el 9-N.

La conspiración

El simplismo -la simplificación de los problemas- da cobertura intelectual al sensacionalismo, en lo que se refiere a la información, y al populismo en lo que se refiere a la política. La constante división del mundo y de la realidad de manera binaria entre buenos y malos conduce a un ejercicio permanente de simplismo. Y solo le falta el condimento de la impunidad como aderezo de las teorías conspirativas. Tendemos a identificar la apelación a la complejidad de los gobernantes con su sumisión a intereses pretendidamente ocultos que en demasiadas ocasiones proceden de la simple aplicación de la ley, en ocasiones redactada por los mismos que ahora abominan de ella.

No nos confundamos. El simplismo no tiene ni su origen ni su esplendor en los 140 caracteres de Twitter ni en los titulares de la prensa de masas. El simplismo es hijo del sofisma, tan antiguo que los retóricos clásicos ya lo persiguieron en nombre de la racionalidad. Pero forma parte de la condición humana.  Y aquí sigue.