El PSC y el PSOE ante el reto del 26-J

A Chacón no le interesaba una batalla pues cree que tiene futuro

Chacón y Sánchez, durante un mitin en Barcelona el pasado 18 de diciembre.

Chacón y Sánchez, durante un mitin en Barcelona el pasado 18 de diciembre. / periodico

JOAN TAPIA

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En Europa las políticas de austeridad, forzadas por la crisis, han perjudicado a los socialdemócratas. Más, claro, en los países en los que, en el 2008, la crisis les cogió en el poder y les obligo a recortar. Es el caso de España donde el PSOE pasó de 169 diputados  en el 2008 -el mejor resultado de Zapatero- a los 110 de Rubalcaba en el 2011 y a 90 el pasado 20-D. Entre el 2008 y el 2015 los socialistas han perdido pues casi la mitad de sus diputados y de sus votos (del 43,8% al 22%).

Una crisis así tenía que afectar al PSC. Pero el castigo ha sido superior porque el PSC ha caído desde el máximo histórico de 25 escaños en el 2008 a 14 en el 2011 y  8 el pasado 20-D. Grosso modo no ha perdido la mitad de su potencia (como en España el PSOE) sino las dos terceras partes de sus votos y escaños. Y con Carme Chacón de candidata en el máximo éxito (2008) y en el peor momento (2015)

¿Por qué esta caída mayor? Fundamentalmente porque la tradicional reivindicación de más autonomía del PSC se estrelló contra la sentencia del Constitucional del 2010. El PSC cae no por poco catalanista, como denuncia el 'agit-prop' local, ni por poco españolista, como proclama el madrileño, sino porque la polarización independentista lo descoloca todo. Y el tropezón de la via autonómica también ha acabado dañando  a los nacionalistas de CDC, que entre el 2011 y el 2015 han perdido la mitad de su grupo parlamentario en Madrid (de 16 a 8 diputados).

El plus de caída se pues debe a la pésima gestión ante el Constitucional del Estatut aprobado en referéndum cuatro años antes con los votos del PSC, CDC e ICV. Cierto que la sentencia no dió la razón al PP pero si desbarató la opción tercera vía de entonces que avalaron Pasqual Maragall y Artur Mas. Y alguna responsabilidad tiene no solo Zapatero sino también la entonces ministra de Defensa Carme Chacón. ¿Primó entonces el deseo de mantener sus aspiraciones a relevar a Zapatero sobre el compromiso adquirido con un Estatut cuyo principal motor era el PSC? Seguramente. Y luego su poca sintonía con Pere Navarro cuando el PSC defendía una consulta legal y acordada -no diferenciándose del PSOE al revés que el resto de diputados del PSC- corroboró esa idea.

Era comprensible que su voluntad de volver a encabezar la candidatura del PSC en el 2015 no entusiasmara. Chacón tiene un alto grado de conocimiento, es eficiente y combativa pero quedó atrapada por el doble fracaso del zapaterismo (la crisis y Catalunya). El PSC cerró filas pero lo que dejó un plus de heridas fue su decisión de no querer incluir en puestos de salida ni a Maurici Lucena -principal asesor económico de Pedro Sánchez junto a Jordi Sevilla- ni a Pere Navarro.

Ahora ante la repetición electoral era inevitable que alguien -ha sido Carles Martí, en otro tiempo el patrón de la federación de Barcelona- alzara la voz. Y Chacón lo ha asumido. No le interesaba una batalla pues cree que tiene futuro. Y al PSC le conviene una visión y una cara nueva en un momento complicado. Por eso el asunto se ha encauzado con Meritxell Batet, una diputada joven, competente y pragmática que ha sintonizado muy bien con Sánchez (pese a haber votado a Eduardo Madina en las primarias) y que tiene más proximidad (tampoco mucha) con Iceta que Chacón.

El PSC renueva pues su cabeza de lista en Madrid. Queda por ver si el resto de la lista continuará igual o si se aprovechará para un cambio de mas calado.  Aunque ahora lo esencial son los resultados del 26-J y si el tándem Iceta-Batet logra imprimir más acento federal a la cúpula del PSOE.