¿Sería buena la gran coalición?

Un gobierno PP-PSOE sería un pacto endiablado porque en su relación siempre ha habido hostilidad

Pedro Sánchez, este sábado, durante el comité federal del PSOE.

Pedro Sánchez, este sábado, durante el comité federal del PSOE. / periodico

Joan Tapia

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Mariano Rajoy proclama que la repetición electoral es solo culpa de Pedro Sánchez, que se ha negado a hablar con el PP, y propone para después del 26-J (con la idea de que el PP será la primera lista pero subirá pocos escaños y el mapa político apenas cambiará) un gobierno de 'Gran Coalición PP-PSOE'. Y añade que es lo racional y lo que pasa en muchos países europeos.

¿Es eso cierto? ¿Puede haber gran coalición en España? En principio la coalición de los dos grandes partidos no es habitual. Lo normal es que gobierne el primero y que si no tiene escaños suficientes pacte con grupos minoritarios. Aquí Felipe González y José María Aznar pactaron con Jordi Pujol.  El segundo partido suele liderar la oposición porque democracia es alternancia. Y se evita así que el sistema político se convierta en un coto cerrado. 

No obstante en ciertos países  -hoy por ejemplo en Alemania (presidido por Angela Merkel) y en Austria (por un socialista)- hay gobiernos de gran coalición porque la aritmética parlamentaria lo hace conveniente. Y en situaciones de emergencia la unión nacional es obligada. Fue el caso del gobierno de Winston Churchill con el Labour durante la guerra contra Adolf Hitler, pero ese gobierno se deshizo inmediatamente cuando se vislumbró que la guerra estaba ganada. Así a la conferencia de Postdam ya no fue Churchill sino el laborista Clement Atlee.

¿Sería buena la gran coalición en España? Es un tipo de gobierno que no se improvisa y requiere una tradición de cierta complicidad de los políticos que la forman. En la Alemania de la República de Weimar –antes de Hitler- ya hubo gobiernos del Zentrum católico con el SPD. Aquí, por el contrario, las relaciones entre los dos grandes han sido de guerra sin cuartel. Aznar atribuyó al felipismo todos los males del mundo. Rajoy acusó a José Luis Zapatero de traicionar a los muertos por la negociación con ETA y votó contra el programa socialista de emergencia económica en el 2010 (que se salvó gracias a los nacionalistas catalanes)…Sin hablar del 11-M.

LOS ANTECEDENTES 

La política cambia pero un gobierno conjunto sin una previa relación de confianza es un casi imposible. Y a ese clima no ha ayudado el gobierno de mayoría absoluta de Rajoy. Además la gran coalición debe responder a la voluntad de los dos partes y no ser impuesta por la que ha ninguneado a la otra durante cuatro años. Los dos deben llegar a la conclusión de que es la solución menos mala y tienen que negociar un programa común.  

Rajoy dice que PP y PSOE ya están de acuerdo en la unidad de España. Vale pero el PP lo complicó todo al recurrir el Estatut pactado por el PSOE con las fuerzas catalanas. Y ahora para resolver el problema el PP pretende imponer una interpretación estrecha de la ley mientras que el PSOE quiere reformar la Constitución y que Catalunya tenga más autogobierno. Quizás para ir a una operación Estatut bis. Aunque, cierto, tampoco se puede reformar la Constitución sin algún acuerdo entre los dos grandes porque se precisan mayorías muy amplias. Y en otros aspectos (policía, inmigración, impuestos) también hay fuertes diferencias.  

¿Daría estabilidad la gran coalición? No es seguro. En Berlín tiene poco riesgo porque la alternativa de izquierdas está muy desacreditada por las privaciones durante muchos años en la Alemania comunista. Aquí dejar la oposición en manos de una fórmula radical y poco experimentada -excepto en Grecia y Venezuela- podría ser aventurado. En Grecia la gran coalición entre conservadores y el Pasok llevó al poder a los radicales de Syriza. Y ya vemos la agonía actual.

En Austria el pasado domingo en la primera vuelta de las presidenciales ganó el candidato de la extrema derecha con un 36% de los votos y los conservadores y socialistas se quedaron (juntos) con poco más del 22% cuando en las anteriores elecciones tuvieron más del 50%. Con los dos grandes partidos en el gobierno, los extremistas crecen por el desencanto y se apoderan del voto de protesta.

Y en la misma Alemania de la gran coalición de Merkel y el SPD -con una buena gestión y con un paro por debajo del 5%- en las recientes elecciones de tres 'lander', Alternativa por Alemania (derecha antiinmigración) ha dado un sensible salto adelante. La gran coalición -con el respaldo de una amplia mayoría parlamentaria- puede sin duda resolver serios problemas pero la protesta contra los partidos de gobierno engorda entonces a formaciones poco moderadas.

Jordi Sevilla, el cerebro económico de Sánchez que ha estado en primera línea en la negociación con Ciudadanos y en las frustradas con Podemos (no hubo negociación porque Pablo Iglesias la boicoteó en dos ocasiones), acaba de escribir: “La gran coalición es una propuesta para otro país u otro momento histórico. No para aquí y ahora pues, de hacerse, el riesgo sería no cambiar de políticas y la desaparición del PSOE como fuerza significativa…porque nuestros votantes se irían enfadados a otras opciones”.

Vale, pero si el 26-J se repiten resultados y Podemos no se apea de “un programa económico que nos expulsaría del euro” (Sevilla dixit), se convertiría en una opción a considerar. Tenemos una deuda pública del 100% del PIB y lo único que entonces no podría pasar es que los españoles tuviéramos que volver a las urnas por Navidad. 

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