¿Nuevas elecciones? Esa es la gran pregunta

Cuando escribo voy rápido al grano. Rara vez quedo pensativo ante el ordenador, al menos en el arranque. El jueves no sucedió eso porque no me atrevo a predecir lo que pasará.

Por una parte, la lógica política y la constatación de que España lo ha hecho bastante bien desde las elecciones del 77 me llevan a creer que habrá serios problemas pero que al final tendremos un gobierno. Que no habrá terceras elecciones.

Pero por la otra, el examen de lo ocurrido desde el 20-D, el lenguaje corporal de los líderes y el hecho de que ni políticos ni militantes ni votantes hayan entendido los costes de transitar de un bipartidismo imperfecto a un sistema de cuatro partidos me inclina a la conclusión contraria. Nadie asume (quizás excepto Albert Rivera) que formar gobierno en un sistema de cuatro partidos no muy desequilibrado (123 escaños el primero, 40 el último) obliga a alcanzar un pacto de gobierno de dos o de tres partidos de ideas diferentes, a veces contrapuestas. Quizás haya que dejar la ideología en el armario, lo que en España (y en esto Catalunya es España) se confunde con una traición.

Desde el 77 hemos tenido gobiernos de un solo partido. Y disciplinado (excepto la UCD). Con líderes fuertes y con gancho para los suyos (salvo Calvo Sotelo). Y encima el catalanismo, que hizo de bisagra con Suárez, Felipe, Aznar y Zapatero, tiene ahora otra vocación.

Conclusión: no creo (no quiero creer) que haya nuevas elecciones, pero el análisis racional no lo permite descartar. Pese a que las consecuencias morales y económicas serían graves para un país que todavía no ha salido de la crisis y tiene la tasa de paro más alta de Europa.                                                                                                               

Mariano Rajoy dice tener derecho a gobernar por ser la lista más votada. Como Artur Mas cuando fue destronado por el tripartito en el 2003. Pero en un sistema no presidencialista, y ya no bipartidista, eso no es así. Rajoy ha hecho cosas positivas -aprueba en economía- pero no ha sabido dialogar con nadie. Después de predicar -y de seguir diciendo- tantas barbaridades del PSOE, es difícil que los socialistas, amenazados a su izquierda por Podemos, vayan a facilitar su investidura. Ni antes ni después del 20-D ha sabido generar ninguna empatía con Pedro Sánchez o Rivera. Cierto que Sánchez ha estado algo borde, pero es quien precisa un favor el que debe ser simpático. Decirle al PSOE que tiene que comulgar con lo que ahora conviene al líder del PP que, al revés que CiU, no echó una mano a Zapatero ni el momento más terrible del 2010, cuando a España no le prestaba nadie, no es muy inteligente. Y la incompatibilidad se ha extendido al liberal Rivera, menos alejado de sus tesis económicas.                                                             

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Sí, la prepotencia de la mayoría absoluta y la corrupción (el 'caso Bárcenas' anida en el corazón del PP) son obstáculos añadidos. Y para acabarlo de arreglar ahí está lo último: el escándalo del espionaje al independentismo catalán... Dudo que Rivera -y más aún Sánchez- decidan ayudar a la investidura de Rajoy... salvo que el PP tenga un hoy inesperado y notable aumento de escaños. Rajoy presumió el 20-D de ganador pero Luis María Anson, exdirector de 'Abc' y una aguda pluma de la derecha, lo circunscribió: 123 diputados a favor, 227 en contra.

¿Qué hará Rajoy? El martes en el foro Primera Plan@ de EL PERIÓDICO dijo que, como la otra vez, no iría a la investidura sin garantías de tener los votos suficientes. El miércoles en Onda Cero fue menos rotundo. Creo que no lo sabe bien. Lo sensato sería aceptar el encargo real e intentar pactar haciendo camino al andar. O decirle al Rey que no puede formar gobierno y darle el nombre de otro dirigente del PP -menos enfrentado a Sánchez, Rivera y a los nacionalistas- que lo pueda intentar.

Pero Rajoy ha apostado a repetir elecciones para ganar, no para retirarse. ¿Puede obligar otra vez al Rey a recurrir al segundo partido? Si el segundo es Sánchez (que no es seguro) lo intentará y quizás Pablo Iglesias cambie de opinión. Quizás.

LA BAZA DEL MIEDO ECONÓMICO

Pero Rajoy ha apostado por el 'sorpasso' y entonces el Rey estaría casi forzado a llamar a Iglesias. Sería muy difícil que formara gobierno (ver despiece) pero solo que parezca que va a recibir el encargo real podría desencadenar un gran pánico en los mercados. ¿Puede España seguir el camino de Grecia e intentar cambiar la política europea chocando con Alemania, como el descerebrado de Varoufakis le recomendó a Tsipras?

Quizás Rajoy apueste a que entonces el miedo económico -interno y externo- llegaría a tal punto que se generaría una gran presión sobre Rivera y Sánchez (de los socialistas europeos) para que dijeran no a Podemos y levantaran el veto a Rajoy. España es una economía mucho mayor que la griega y el choque con Bruselas podría acabar mal. Para España y para una Europa que sufre una rebelión nacionalista.

¿Cederían entonces Rivera y Sánchez ante Rajoy, o subirían la apuesta y presionarían para que Bruselas y el mundo económico aconsejaran al PP que no impidiese un cambio de mayoría a PSOE-C's. O a que, al menos, sacrificara a Rajoy?

Fuera como fuera, lío mayúsculo.     

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