La clave

El «sentido del Estado» del ministro

ENRIC HERNÀNDEZ

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Remontémonos al 2006, cuando emisarios del Gobierno socialista y de ETA fraguaban una declaración de alto el fuego que, cinco años más tarde, desembocaría en el cese definitivo de la violencia. El PP, en pie de guerra contra aquellas negociaciones, saltó a la yugular del Ejecutivo de José Luis Rodríguez Zapatero cuando se destapó el supuesto chivatazo policial a un intermediario y recaudador del impuesto revolucionario para que evitara ser detenido. No había vidas en juego; la única amenaza se cernía sobre el tambaleante proceso de paz.

Aun así, Mariano Rajoy dio por probada la delación. Soraya Sáenz de Santamaría consideró que estos hechos deslegitimaban al entonces ministro del Interior, Alfredo Pérez Rubalcaba, como aspirante a la Moncloa. Y el PP se personó en la causa contra los policías denunciados, que por cierto acabaron absueltos. Sometido a una campaña de acoso y derribo, Rubalcaba reprochó al PP su nulo sentido de Estado.

Vidas en juego

Ahora son los Mossos d'Esquadra los que acusan por escrito al Cuerpo Nacional de Policía de haber alertado a una célula yihadista de que había sido infiltrada por el cuerpo autonómico, lo que habría puesto en peligro una operación en curso junto a la vida de agentes y de las potenciales víctimas de un atentado. El mosso infiltrado testifica que presenció el soplo, y también lo han hecho otros tres testigos protegidos. Aunque el juez Santiago Pedraz desestimó una primera denuncia, la aportación de nuevas evidencias obligan a su señoría, y al ministerio público, a reconsiderar su decisión.

A falta de hechos judicialmente probados, es menester juzgar las actitudes políticas. Como la del ministro del Interior, Jorge Fernández Díaz, quien, tras arremeter contra la Generalitat por su «bajeza y ruindad», concluyó que la lucha antiterrorista «no se puede dejar en manos de quienes no tienen el más mínimo sentido del Estado".

Ningún ministro puede justifica con sus palabras las guerras entre fuerzas de seguridad, y aún menos deslegitimar a un cuerpo como el de los Mossos. Demuestra una escasa responsabilidad y un muy peculiar «sentido del Estado».