LA CORTINA DE HUMO

El reto del soberanismo

TONI AIRA

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Aún hay partido, y este básicamente lo disputa el soberanismo consigo mismo. ¿Sabrá ganar tan ampliamente como le hace falta para impulsar el cambio histórico que pretende? El españolismo se ha conformado con depositar todas sus esperanzas en que las opciones independentistas tengan una justa mayoría absoluta. Y así ya casi está todo dicho, pero no todo está hecho. Este es su inquietante horizonte a conquistar, una vez los PP, PSC, Catalunya Sí que es Pot y Ciutadans han renunciado a ganar y a competir con argumentos y propuestas de peso frente a la idea de construir un nuevo Estado, más allá de la descalificación y el miedo.

Y así, después de una nueva inmensa manifestación pacífica y reivindicativa en Onze de Setembre, frente a eso, más de lo de siempre. En el españolismo básicamente hay un gran noqueo y una flagrante escasez de ideas para intentar competir democráticamente y con argumentos con la propuesta de cambio real que impulsa el tronco central del catalanismo, hoy en el independentismo de forma amplia y transversal. Eso está claro y todas las encuestas demuestran que no hay articulada una alternativa parlamentaria ni de gobierno plausibles a la altura de la propuesta de construcción de un nuevo Estado que hacen Junts pel Sí y la CUP, y que puede acabar sumando mayoría absoluta en clave soberanista. ¿Pero con esta fórmula hay bastante? No. Y aquí el campo que aún le queda por correr a la propuesta independentista si quiere tener éxito.

Ante una serie de hartazgos que tienen capas muy variadas de la sociedad con ganas de pasar página, ¿sabrá el soberanismo ser contundente catalizador de la voluntad de cambio en cuanto a la precaria situación social, a la frustrante relación con España y con los políticos de siempre? Porque hay mucha gente muy harta con estos tres escenarios que han sido parte del paisaje de sus vidas durante demasiado tiempo. ¿Ante eso, las campañas del miedo pueden competir? No para ganar, pero pueden aspirar a frenar el contundente resultado que le hace falta a la propuesta de ruptura para tener opciones de éxito a la hora de aplicar su hoja de ruta.

La campaña electoral del 27-S es en este sentido la más trascendental que muchas generaciones hemos vivido nunca en Catalunya. No solo por la naturaleza de la elección, de lo que está en juego, de lo que elegiremos o descartaremos, sino también por cómo de decisivos serán estos días de competición electoral. Porque a pesar de todo, los indecisos y los abstencionistas aún son muchos. El miedo difícilmente los movilizará masivamente. ¿Y la ilusión por un cambio como nunca antes les había sido propuesto? Ahí está el grandísimo reto del soberanismo. En este terreno se juega la partida decisiva.