MIRADOR

El reto de los 'comuns'

El proceso constituyente no debería servir como excusa para no hacer nada o para iniciar una nueva etapa 'procesista'

Xavier Domènech y Ada Colau, en la votación de la lista de Catalunya en Comú Podem.

Xavier Domènech y Ada Colau, en la votación de la lista de Catalunya en Comú Podem. / periodico

Esther Vivas

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El papel que jugarán los 'comuns' en el nuevo arco parlamentario es una de las incógnitas de las elecciones del 21-D. El escenario de polarización, como ya pasó el 27-S, no beneficia a la formación, al contrario. Pero en campaña electoral todo es posible. El reto que tienen por delante es traducir la crítica a la represión y al 155 en un proyecto en positivo y no quedar como meros espectadores equidistantes del convulso mapa político catalán.

Todo lo que ha sucedido entre el 20-S, cuando la guardia civil entró en las dependencias de la Generalitat y detuvo varios cargos públicos, y el 27-O, cuando se proclamó la república, marca estos comicios. La división del electorado entre partidarios y detractores de la independencia es evidente y esto favorece al frentismo, pero también hay mucha gente cansada y desconcertada. Llegar a este electorado pasa por poner sobre la mesa una propuesta integradora, creíble y que ofrezca una perspectiva concreta de cambio social y político.

Junto a la aplicación inmediata de un plan de choque contra la austeridad, la apertura de un proceso constituyente en Catalunya, al que en varias ocasiones ha hecho referencia Xavier Domènech, es el mejor instrumento, el cual permitiría centrar el debate en el modelo de país, para al final del trayecto poder decidir cómo relacionarse con el resto del Estado, integrando desde independentistas hasta federalistas.

Un proceso constituyente que no debería servir como excusa para no hacer nada o para iniciar una nueva etapa 'procesista', sino todo lo contrario. Asumir este horizonte, sin embargo, implica una estrategia que debe combinar la apuesta que siempre han hecho los 'comuns' para conseguir una mayoría de cambio en el Estado con la vía unilateral, hasta ahora ausente en su hoja de ruta, a menudo demasiado ambigua.

Tan importante como el qué es el cómo. Los 'comuns', si no quieren osificarse, no pueden presentarse como, ni convertirse en, una fuerza política convencional. Las presiones hacia la institucionalización son fuertes, pero mantener el impulso desobediente, hacer política en las calles y fortalecer las luchas, es vital para toda propuesta política de cambio real.

De aquí que tengan que marcar distancias con el legado de Iniciativa y tener un perfil propio y diferente al que ha representado el grupo parlamentario de Catalunya Sí que es Pot, tanto en los procedimientos como en los contenidos. El conflicto con Podem Catalunya no ha ayudado, y recuerda a viejos métodos donde la militancia de base es la que sale perdiendo.

El día después del 21-D no solo se deberá juzgar a los 'comuns' por el resultado que saquen y el peso que puedan tener en el futuro hemiciclo, fruto de la aritmética parlamentaria resultante, sino por la naturaleza del proyecto que defiendan, y por si está más cerca de la izquierda parlamentaria tradicional o del espíritu fundacional vinculado a movimientos sociales como el 15-M y las mareas ciudadanas contra la austeridad. En definitiva, evaluarlos no solo por lo que son, sino por lo que quieren ser.