Análisis

El proyecto arquitectónico sigue pendiente

JULI CAPELLA

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Nadie duda de la pertinente reforma para un nuevo Camp Nou Caixabanc. La atrevida construcción de Francesc Mitjans de 1957 necesitaba algo más que apaños. Incluso su hijo, Juan Pablo Mitjans, también arquitecto e involucrado en las sucesivas reformas, es partidario de hacerle algo más que un lifting a la creación de su progenitor. Por cierto, tuve a Mitjans de profesor en la Escuela de Arquitectura y nos insistió con vehemencia en que abandonásemos la carrera, que aún estábamos a tiempo de zafarnos de una profesión extremadamente dura. ¡Qué razón! Pero ni caso.

La propuesta de la actual junta del Barça es muy razonable. Pero el principal objetivo no debe ser aumentar el tamaño de todo. La absurda competencia del «yo lo tengo más grande», el estadio, es absurda. La necesaria reforma del Camp Nou Avecrem se divide en dos aspectos. Por un lado, las reformas internas de confort del estadio, en principio fáciles de resolver, y por otro el encaje con el barrio de Les Corts y la propia ciudad de Barcelona. Las 20 hectáreas que tiene el Barça (el césped apenas ocupa media) están encajadas en una trama urbana densificada. No hace ni un año, el alcalde Trias loó la posibilidad de que el Barça abandonase el actual emplazamiento: «Si se hace bien y moderno, creo que sería magnífico. Así los vecinos, ¡también bingo!». Pero si ahora el club no baraja esta opción es de suponer que tendremos Camp Nou Campofrío para rato en Les Corts. También ha de tocarles algo a los vecinos.

El Barça ha hecho bien los deberes, ha contactado con ingenierías internacionales (con cierto oscurantismo, pues no han dado nombres) y ha presentado un proyecto. Al parecer a cargo de Albert Blanch y Lluís Millet. La documentación presentada explica con bastante precisión cómo será la reforma. No falta detalle arquitectónico y se marca un presupuesto final. No quieren disgustos con arquitectos estrella/estrellados. Pero sorprende que no haya ninguna mención al concurso que presentó Laporta en el 2007, que básicamente planteaba lo mismo, con imágenes de estadio similares.

El punto negro del asunto es el encorsetado concurso internacional de arquitectura que se ha de organizar posteriormente, donde prácticamente todo ya estará definido. Como ha expresado Jordi Frontons, socio del Barça y miembro de Arquitectes per l'Arquitectura, supone coartar la creatividad y reducir así la fuerza del proyecto final.

Los socios han dado el sí a esta reforma en un ejercicio de participación democrática muy positivo. La calidad del proyecto final no la dará una junta muy coercitiva. Tampoco el «diseño en comisión», usual entre mediocres, donde cada uno aporta algo a cambio de aceptar el retoque del otro. Así solo salen Frankensteins. La excusa no debe ser el miedo a una calatravada, hay recientes ejemplos de estadios modélicos y en precio. Confiemos en la arquitectura responsable con un cliente exigente. Dejemos fluir el genio, mejor nacional, que abunda. Y aprovechemos para mejorar el encaje del nuevo Camp Nou ACS en la ciudad.