OPINIÓN

El proceso soberanista catalán se cobra una nueva víctima

JOSÉ A. SOROLLA

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Unió Democràtica, el partido de Duran Lleida, queda partido por la mitad tras la consulta interna sobre su posición ante la independencia. El dirigente democristiano ganó por apenas 95 votos en su intención de modificar la hoja de ruta marcada por su socio Artur Mas. Pero el ajustado resultado no le da margen para imponer ninguna modificación en el proceso.

El proceso soberanista catalán se cobra una nueva víctima: Unió Democràtica de Catalunya (UDC). El histórico partido democristiano, fundado en 1931 y dirigido desde 1987 por Josep Antoni Duran Lleida, ha salido fracturado, partido por la mitad, de la consulta interna organizada por la dirección para adoptar una postura definitiva sobre el camino hacia la independencia. Duran y la dirección han ganado, pero solo por 95 votos.

La fractura de UDC, que anticipa la de CiU, se suma a la que ya ha sufrido durante el proceso el PSC, que ha vivido varias escisiones de los sectores soberanistas, agrupados principalmente en el nuevo partido Moviment d'Esquerres (MES). El MES, no obstante, ha obtenido en las elecciones municipales resultados perfectamente descriptibles, después de presentarse en la mayoría de las ocasiones aliado a ERC e incluso a CIU.

El proceso independentista ha creado asimismo fuertes tensiones internas en Iniciativa per Catalunya (ICV) y en uno de los partidos integrantes de esta formación (Esquerra Unida i Alternativa -EUiA-), que primero se apuntó a la hoja de ruta de CiU y ERC para descolgarse después. En ICV, que decidió apostar por el Estado propio pero no directamente por la independencia, permanece activo un sector independentista, pese a que alguna de sus figuras ha abandonado ya el partido. 

VOTACIÓN AJUSTADA

A la votación del domingo estaba convocada toda la militancia de Unió --4.075 afiliados--, pero solo votó un 65%, con el resultado de que un 50,3% respaldó con un sí a la dirección (1.333 militantes), mientras que un 46,75% (1.238) rechazó la compleja pregunta que se les había planteado y se decantó por el no. La pregunta, larga y farragosa, respaldaba el proceso soberanista, pero con seis condiciones: soberanía sin límites; mayoría de votos de los ciudadanos para cualquier decisión; diálogo previo y permanente con el Estado; respeto de las leyes y la seguridad jurídica, excluyendo una declaración unilateral de independencia (DUI); rechazo de cualquier opción que signifique la salida de la Unión Europea (UE), y preservación de la cohesión social y territorial de Cataluña.

Obviamente, votar sí a la pregunta significaba romper con la hoja de ruta suscrita en marzo pasado por CiU, ERC y las entidades civiles soberanistas, en la que no se descarta saltarse la legalidad y se prevé una declaración de soberanía y la elaboración de una Constitución catalana sin negociar antes con el Estado y con el único requisito de que los partidos independentistas sumen un escaño más que los contrarios a la independencia en las elecciones anunciadas para el 27 de septiembre.

En un artículo publicado en La Vanguardia dos días antes de la votación, Duran Lleida explicaba su posición con argumentos que defienden también los partidarios de una "tercera vía" entre el independentismo y el inmovilismo del Gobierno del PP. Aseguraba que el proceso debía continuar, pero clarificando muchas cuestiones; afirmaba que "no tiene sentido que para reformar el Estatut, aprobar la ley electoral o designar al Síndic de Greuges [Defensor del Pueblo catalán] se necesiten dos terceras partes de los escaños y que para declarar la independencia sea suficiente con un escaño a favor"; rechazaba la DUI y calificaba de "gravísimo error mencionarla como si fuera el Santo Cristo", y reiteraba que, con el planteamiento de CiU y ERC, Cataluña saldría de la UE: lo dicen los artículos 4, 49 y 50 del Tratado y el Gobierno español, pero "también el alemán, el francés, el italiano, la Comisión y el Consejo Europeo", remachaba.

ROMPER O SEGUIR

La intención de Duran, si ganaba con claridad el sí, era romper con Convergència Democràtica (CDC) y presentarse en solitario a las elecciones autonómicas para recoger el voto catalanista moderado, mientras los dirigentes que defendían el no se preparaban ya para integrarse con otras personalidades en la llamada "lista del president" que Artur Mas anunciará próximamente y en la que es muy probable que no figuren las siglas de CDC.

El ajustado resultado de la votación, sin embargo, trastoca todos los planes y abre diversas incógnitas. La dirección de Unió intentará ahora negociar con CDC una rebaja de la hoja de ruta, pero con la dificultad de que, aunque Mas aceptara suavizar el texto, después debería ser negociado con ERC con escasas posibilidades de éxito. Para empezar, CDC ya ha dado un ultimátum a Unió para que antes del sábado decida si está o no por la independencia, condición "inamovible" para seguir juntos. Tras el fracaso de estas negociaciones decidirá Duran Lleida si acude en solitario a las elecciones, pero deberá tener en cuenta que el resultado de la consulta le debilita.

La ruptura de CiU puede comportar también cambios en el Gobierno catalán, con la salida de los tres consellers --la vicepresidenta Joana Ortega, Ramon Espadaler (Interior) y Josep Maria Pelegrí (Agricultura)-- que han encarnado el sector del sí a la pregunta.

Los independentistas de Unió, encabezados por el secretario de Universidades del Govern, Antoni Castellà, y por los históricos Núria de Gispert, presidenta del Parlament, y Joan Rigol, expresidente de la Cámara, pueden optar por seguir dando la batalla en el interior del partido en lugar de unirse individualmente a Mas. Pese a su derrota, estiman que los resultados autorizan la unión de UDC a la hoja de ruta independentista y pretenden negociar la incorporación no solo con CDC, sino también con ERC y con las entidades soberanistas.

ACELERÓN DE MAS

Mientras tanto, en CDC consideran que, superado el suspense de la votación de Unió, ha llegado el momento de acelerar la vía hacia la independencia. El president Mas es el primero en inclinarse por esa radicalización. No de otra manera puede interpretarse su reciente comparecencia pública para comentar la última sentencia del Tribunal Constitucional (TC) sobre el proceso.

Como nadie podía dudar, el TC anuló, por unanimidad, los preparativos de la consulta del 9-N por violar la Constitución. Pues bien, en lugar de dar por supuesta esa sentencia, Mas compareció solemnemente en la galería gótica del Palau de la Generalitat --reservada a las grandes ocasiones-- para responder con dureza al Estado y a sus instituciones.

Mas dijo que la sentencia "cerraba todas las puertas"; que "queda reforzado el carácter plebiscitario de las próximas elecciones catalanas", el "único camino que hay"; y que la "Constitución española se ha convertido, 37 años después de ser aprobada en un callejón sin salida para las aspiraciones de una parte muy importante del pueblo de Cataluña". Y no se olvidó de repetir que el Gobierno español es un "adversario", que la actuación del Estado ante el 9-N osciló entre la amenaza y la actitud "perdonavidas" y que en España hay "una democracia de baja intensidad".

Pese a que las elecciones municipales han confirmado el distanciamiento entre CDC y ERC --no se han respetado en su mayoría los pactos soberanistas en los ayuntamientos, como se desprendía de la hoja de ruta--, la subida de la apuesta ante el 27 de septiembre está clara. Será el momento de contar de verdad qué parte del "pueblo catalán" respalda esas aspiraciones --la independencia-- a que alude Mas. A no ser que a Mariano Rajoy le dé por adelantar las elecciones generales y retrasar así la convocatoria de los catalanes a las urnas.

Este texto ha sido publicado en el blog zoomnews.es