Los jueves, economía

El PP y la jibarización del Estado

El Gobierno aprovecha la crisis para disminuir el gasto público, con lo que la desigualdad aumenta

JOSEP OLIVER ALONSO

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El Gobierno acaba de actualizar el Plan de Estabilidad, ahora referido al período 2015-2018. Aunque sería ilustrativo, no voy a referirme a las bases sobre las que se asienta un crecimiento del PIB que, según el plan, debería situarse en el 3% los próximos cuatro años. Me parece más relevante evaluar el ingreso y el gasto públicos previstos para ese período, porque ponen de manifiesto una deriva que, de consolidarse, nos aparta del nivel del Estado del bienestar que desea la mayoría de la ciudadanía.

El lector sabe que no me he opuesto a la consolidación fiscal. La situación de las finanzas públicas ha sido tan crítica, y los desequilibrios financieros privados, bancarios y públicos, tan elevados, que no había alternativa. Pero ya advertí entonces que no podíamos confundir la necesidad con la virtud: del hecho de que fuera inevitable reducir el gasto público no se podía inferir que, una vez iniciada la recuperación, no comenzase el proceso contrario.

¿Dónde nos ha dejado la crisis? En el 2014, los ingresos públicos en España alcanzaron el 37,8% del PIB, un peso bajo, en línea con la tradición del país y similar a la media del período 1995-2010. En ese mismo año, el gasto público alcanzó el 44% del PIB, un registro superior, por la presión del gasto de desempleo, a la media del 40,5% de los mismos años.

¿Dónde hay que ubicar estos guarismos? En el ámbito de los ingresos, el realmente relevante a efectos de evaluar la fortaleza y la capacidad de generar bienestar de un Estado moderno, nos situamos, lastimosamente, a la cola de la Unión Europea. Aquel 37,8% del 2014 se ubica muy lejos de los valores de los países nórdicos, como Dinamarca (58,5%), Finlandia (55,5%) o Suecia (51,1%); también está muy apartado de los centroeuropeos, como Bélgica (51,1%), Austria (49,9%), Alemania (44,6%) u Holanda (44,3%); e, incluso, de algunos de nuestros socios del club Méditerranée: el sector público en Francia ingresa el 53,2% del PIB, en Italia el 48,1% y en Portugal el 44,5%. En suma, la media de la eurozona es de un elevado 46,6% del PIB del área. Y de la lista de los 28 países de la UE, solo Bulgaria (36,4%), Letonia (35,5%), Irlanda (34,9%), Lituania (34,3%) o Rumanía (33,4%) presentan ingresos públicos menores que España.

Ello quiere decir que si la presión fiscal aquí fuera próxima a la alemana o la holandesa (en el entorno del 45% del PIB), el Estado español recaudaría unos 75.000 millones más de los que ingresó el año pasado. Una cifra que, por cierto, excede la del déficit público. Dicho en román paladino: nuestro Estado del bienestar es de mínimos, porque de mínimos es la recaudación en nuestro país.

No sé de dónde nos ha salido este sesgo anglosajón. En lo tocante a la imposición y la recaudación del sector público, España más parece una colonia británica, o americana, que un país europeo medianamente avanzado. Nuestro escaso 38% de ingresos públicos sobre el PIB del 2014 se parece extraordinariamente al 39% británico, supera solo marginalmente el 35% irlandés y se sitúa algo por encima del bajo 33,3% de EEUU. Pero, ya se sabe, tal como las elecciones británicas han puesto de relieve, esos países no se distinguen por sus potentes estados del bienestar. Como muestra, el aviso de huelga de los muy bien pagados futbolistas profesionales: para los que más ganan, eso de pagar impuestos no es muy popular.

Y en estas llegó Rajoy. Y nos promete un próximo cuatrienio, sorpréndanse, ¡sin aumento de los ingresos públicos sobre el PIB! Vaya por Dios. Por una vez que se avanzan notables aumentos del PIB, las previsiones sobre la ratio ingresos públicos/PIB se quedan donde estaban en el 2014, en ese escaso, en el contexto europeo, 38%.

Y ahí viene el truco de la estampita: si ustedes recaudan relativamente poco y, simultáneamente, tienen que reducir el déficit público para situarlo en el 0% en el 2018, la receta es evidente: el gasto público debe continuar reduciendo su peso sobre el PIB, desde el 43,5% del 2014 al 38,4% del 2018; es decir, muy lejos de la media del 48/49% de la eurozona, por no hablar del 55% de Francia o Dinamarca.

En los países más competitivos de Europa, con crecimientos de la productividad más intensos y, por ello, mejores niveles de vida, los mayores ingresos públicos se acompañan de un más elevado gasto. Esa es la redistribución de un Estado que deseamos que sea moderno. El Plan de Estabilidad no va por ahí: el Gobierno del PP ha aprovechado que el Pisuerga pasa por Valladolid -es decir, la dura crisis y la caída de ingresos que ha provocado- para intentar consolidar un Estado del bienestar jibarizado. Y eso, en un país con una creciente desigualdad y una pobreza insoportable. En este proceso electoral que se abre hay que estar atentos a estos aspectos. Nos va el futuro de la sociedad que deseamos.