El PP no va a ganar con el miedo

Es muy probable que el discurso del miedo se sume al mensaje de la recuperación económica en la campaña electoral del PP para las generales. Los portavoces mediáticos de ese partido ya lo están entonando con intensidad desde el día posterior a su formidable batacazo en las municipales y autonómicas. Pero es de esperar que Rajoy y los suyos reflexionen sobre la utilidad de seguir por ese camino. Porque esa fórmula no va a funcionar y, además, se les puede volver en contra.

Primero, porque la experiencia dice que ese tipo de iniciativas no suele impactar fuera del electorado muy fiel al partido que las lanza y la campaña del 'doberman' que hace unos años implementaron los socialistas sería una buena prueba. Segundo, porque la voluntad de cambio que explica, más que cualquier otro factor, los resultados del 24 de mayo hace pensar que la mayoría de electores no está por atender al mensaje del miedo. Porque está en otras cosas. Los votantes del PP del 2011 que se abstuvieron hace dos semanas no van a volver al redil porque les repitan que si ganan los otros ocurrirá un desastre.

Porque para muchos de ellos el desastre es lo que está ocurriendo ahora. Y porque tal cataclismo no es posible y es bastante fácil intuirlo. Las propuestas rompedoras de Ada Colau y de Manuela Carmena son puntuales y, además, habrá que ver cómo se articulan tras los pactos inevitables con sus socios. Una cosa es que Podemos y las uniones populares quieran que su voluntad alternativa deje huella o que ciertos empresarios clamen al cielo porque pueden perder algún chollo. Otra bien distinta es que esté en marcha una revolución.

Eso no quiere decir que el gobierno que podría relevar al PP vaya a ser un camino de rosas. Ni mucho menos. Ni que el experimento vaya a salir bien. Pero la alternativa a eso no es seguir como estamos.