ANÁLISIS

El partido bisectriz

El riesgo es que se reediten los resultados del 27-S y que los comicios no sirvan para desbloquear la situación

Josep Antoni Duran i Lleida conversa con Miquel Iceta.

Josep Antoni Duran i Lleida conversa con Miquel Iceta. / periodico

Astrid Barrio

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Que los partidos independentistas hayan decido presentarse separadamente y que los partidos constitucionalistas no hayan acordado un programa común reduce las posibilidades de que las elecciones del 21-D adopten un carácter plebiscitario pero no evitarán una elevada polarización. En este contexto el riesgo es que se reediten los resultados del 27-S y que los comicios no sirvan para desbloquear la situación.

Si los partidos independentistas obtienen mayoría de votos y de escaños y si la alianza independentista es la única coalición matemática e ideológicamente viable y logra formar gobierno, se mantendrá la aplicación del artículo 155, y esta vez, posiblemente,  sin fecha de caducidad.

Solo si las discrepancias en cuanto al liderazgo, máxime si sigue habiendo dirigentes en prisión o en Bélgica, y/o las diferencias en los ritmos o incluso en la conveniencia de implementar la república proclamada el 27-O hacen imposible el acuerdo, se abriría la posibilidad de mayorías alternativas. En ese caso, según las encuestas solo sumarían las izquierdas y el bloqueo por la inviabilidad del acuerdo en las actuales condiciones obligaría a repetir elecciones.

En cambio, si los partidos independentistas no obtienen mayoría de votos y/o de escaños, se puede empezar a vislumbrar un escenario de desbloqueo, para lo cual será necesario resistir a la polarización y abrir una bisectriz entre el frente partidario de la independencia y el frente partidario del inmovilismo.

Una sociedad como la catalana en la que existen dos fracturas (izquierda-derecha y centro-periferia) que no están superpuestas sino entrecruzadas y en la que hay partidos que las representan a todas ellas, las posibilidades de acuerdos que cuenten con amplios apoyos son muchos.

Eso siempre y cuando no se instale como ha sucedido en los últimos años una competencia política centrífuga y polarizada que no solo es consecuencia de las diferencias entre los partidos opositores sino que sobretodo deriva de la rivalidad entre los partidos competidores. El reto al que se enfrenta el partido bisectriz es el de poner fin a esa tendencia, hacer crecer el espacio central y favorecer el retorno a una competencia centrípeta que no solo facilite la gobernabilidad, sino también la resolución consensual de los conflictos.

Y ese partido hoy solo puede ser el PSC. Los 'comuns' también representan un tercer espacio pero su defensa del referéndum y su posición en el eje izquierda-derecha limitan su capacidad para llegar a acuerdos bilaterales. El PSC, en cambio, habiendo reforzado su centralidad con la incorporación de candidatos de la antigua Unió, puede atraer un electorado variopinto que priorice el deseo soluciones consensuales en vez de soluciones mayoritarias que pueden generar incomodidad e insatisfacción en casi la mitad de la población, enquistando el problema sin resolverlo e, incluso, amenazando la convivencia pacífica y la cohesión social. El crecimiento del PSC en la encuesta del GESOP para este diario revela lo acertado de su estrategia. Lo que está por ver es si logrará abrir la brecha lo suficiente.