La rueda

El orgullo transitorio del PSC

NACHO CORREDOR

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La elección de Miquel Iceta como líder transitorio del PSC ha devuelto el orgullo a la militancia del partido. Esto podría parecer un affaire interno de poca trascendencia si no fuera porque para trabajar a favor de un proyecto político es necesario creer en él y tener la autoestima alta (cosa que tenían por el suelo). Además, a raíz de la crisis institucional que vive nuestro país, el PSC comenzaba a ser un actor por el cual poca gente tenía el mínimo respeto. Una situación peligrosa y anómala cuando hay voluntad de tener un debate sereno y democrático. Sin embargo, solo hace falta escuchar como muchos de los referentes políticos y mediáticos de Catalunya hablan de Iceta para ver que el nuevo líder socialista y su proyecto les merece la misma consideración que lo que ellos defienden con convicción.

Los socialistas tienen muy poco tiempo para rehacerse y para asumir con naturalidad la imposibilidad de que ningún partido político es mayoritario por sí solo en Catalunya. Ninguno. Por ello tiene sentido imaginar escenarios inminentes con nombres y tamaños de partidos de todo tipo, pero con la misma vocación de ser mayoritarios. Desde esta perspectiva, la escisión de Avancem, o la creación del Moviment Catalunya, no tendría ningún sentido si no fuera porque la decisión estaba tomada antes de la dimisión de Navarro -que les dejó con el culo al aire- o porque han interiorizado, como le pasó a Eusko Alkartasuna con el PNV, que han nacido para pactar.

El orgullo transitorio por el que pasa el PSC es solo la primera piedra para que la izquierda de diferentes colores e intensidades pueda proponer nuevos horizontes que den respuesta a sus ideales en Catalunya. Y precisamente por ello, son los primeros interesados en encontrar una solución al debate independentista y poder pasar pantalla de una vez por todas.