Dos miradas

El nido del buitre

Amenazar a los inquilinos de una vivienda pública es puro matonismo financiero. La silueta negra de la codicia acecha incansable

EMMA RIVEROLA

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También en Barcelona. Hace unos días leíamos sobre la desprotección en la que viven los inquilinos de viviendas públicas que han sido vendidas por el Ayuntamiento de Madrid a fondos buitres estadounidenses. También en la capital catalana los inquilinos de 683 pisos viven expuestos a la voracidad de las aves de rapiña financiera. Aunque aquí la normativa autonómica y los contratos suscritos protegen a los vecinos de los peores abusos, sobre su día a día se ha cernido una angustiosa sombra negra. Las artimañas para tratar de arrancar más gastos a los inquilinos se suceden. Ahora un aumento de precio de las plazas de párking, ahora un incremento injustificado de los gastos de comunidad, ahora la exigencia de suscribir un seguro del hogar…

Los fondos buitres han sobrevolado la burbuja inmobiliaria alimentándose de tantas promociones que, originadas por la avaricia y víctimas del quebranto de la crisis, agonizaban. En la letra pequeña, casi invisible de todas las transacciones se esconde el sufrimiento de los más débiles, sin margen para poder afrontar ninguna contingencia. Quizá los datos económicos indiquen que estamos saliendo de la crisis, el problema es que muchos emergen desnudos, con la extrema fragilidad del que anda haciendo equilibrios frente al abismo. Amenazar a los inquilinos de una vivienda pública es puro matonismo financiero. La silueta negra de la codicia acecha incansable.