La clave

El mundo nos mira... con disgusto

ENRIC HERNÀNDEZ

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En una cena reservada en Madrid, José Manuel Durao Barroso lo dejó meridianamente claro el pasado enero: «Que nadie espere que Bruselas medie en el conflicto catalán. Los contenciosos nacionales se deben resolver internamente mediante el diálogo, pero una cosa está clara: Europa, como unión de estados, no es partidaria de la desintegración de los mismos y siempre apoyará la posición de los gobiernos nacionales». En público, el sucesor de Durao Barroso al frente de la Comisión Europea, el recién elegido Jean-Claude Juncker, también, ha sido explícito acerca del futuro de una Catalunya independiente: «Uno no se convierte en miembro de la UE enviando un carta».

Manuel Valls, catalán de nacimiento y conspicuo albacea de la tradición jacobina francesa, se posicionó el pasado enero: «No estoy de acuerdo con el proceso en curso en Catalunya. Me inquieta el referendo». El hoy primer ministro francés tendrá oportunidad de expresar de nuevo esa inquietud el próximo miércoles en Madrid, donde se entrevistará con el presidente Mariano Rajoy y el nuevo líder socialista, Pedro Sánchez. Y este viernes fue la canciller Angela Merkel la que manifestó todo su respaldo a la postura de Rajoy y defendió «la integridad territorial de todos los estados».

A menos de cuatro meses de la consulta del 9-N, y a reserva de que el resultado del referendo escocés ejerza de revulsivo o de lenitivo en el proceso catalán, el independentismo ha cosechado más éxito en su propósito de captar la atención internacional --El mundo nos mira, reza uno de sus lemas-- que apoyos externos a su causa. El mundo nos mira, sí, pero con disgusto. Presumir que abonará la independencia se antoja, pues, ilusorio.

De las solapas

Tan ilusorio como esperar, en sintonía con las ensoñaciones de algunos, que ante la exhibición soberanista de este otoño, y temerosa del efecto contagio que pueda tener una crisis territorial en España, Merkel coja a Rajoy y Mas de las solapas y los siente a negociar. Pero es que, de hacerlo, nada indica que acudiera en auxilio de los anhelos independentistas de muchos catalanes. Más bien al contrario.