La clave

El 'mudo' del Rey con Artur Mas

JUANCHO DUMALL

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En la jerga del periodismo se llama hacer un mudo a la comparecencia de uno o varios personajes ante la prensa gráfica sin que haya declaraciones. Fotógrafos y cámaras de televisión entran, disparan sus cámaras, graban y se van. Los plumillas (los periodistas que escriben) ni siquiera se presentan. El Rey y el presidenthicieron el viernes un mudo. La sorpresa es el juego que ha dado ese posado, en el que solo se escucharon cinco palabras («Vengo en son de paz»), pronunciadas por Artur Mas.

Abc detectó «tensión» entre Felipe y el dirigente catalán. La Razón subrayaba el «gesto serio» del monarca antes de «frenar» a MasEl Mundo lo dejaba en «frialdad», aunque también hablaba del «gesto serio» de Felipe VILa Vanguardia, tras señalar el «clima de respeto», apuntaba en el pie de foto el «momento de indecisión» por saber quién pasaba primero a la habitación contigua. Para El País fue un «gesto de normalidad», mientras que para el Ara se tató de «la reunión más incómoda». Finalmente, este diario destacó el «tono cordial» que reflejaba el instante en el que Felipe, sonriente y como correcto anfitrión, cedía al paso al president.

Es lógico que la prensa escudriñara el lenguaje gestual de un encuentro que se producía pocos días después de que Mas cerrara una candidatura con Esquerra y las entidades soberanistas con un inequívoco programa independentista y con una hoja de ruta que promete «la desconexión de España» en pocos meses. Con semejantes antecedentes, ¿cómo tenía que recibir el jefe del Estado al president de la Generalitat y líder del independentismo? Ese era el dilema y esa es la explicación del amplio abanico de interpretaciones del mudo.

La dualidad

Pero al final, la noticia es que el encuentro se produjo. Pese a las tensiones políticas actuales y las que sin duda vendrán tras las elecciones catalanas del 27-S, todavía no se han roto los puentes institucionales. Mas se mueve en la difícil dualidad de trabajar para desconectar de España, hacerlo tal vez con los votos de un partido de extrema izquierda como la CUP y en paralelo no perder feeling con la Zarzuela. ¿Misión imposible?