EL CUERNO DEL CRUASÁN

El legado de Vallcorba

JORDI PUNTÍ

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La noticia de la muerte de Jaume Vallcorba me llega estos días que estoy leyendo una de las joyas que él publicó: El mundo de ayer, de Stefan Zweig. Como homenaje privado, repaso mentalmente los títulos que he leído de Quaderns Crema, Sirmio y Acantilado, sus sellos, y me doy cuenta de que son muchos y muy variados. Clásicos medievales y narrativa actual, poesía y memorias, autores consagrados y nuevos valores. Con su amplio catálogo, Vallcorba ha nutrido la cultura de este país durante los últimos 35 años. Su selección de títulos es el reflejo de una mirada humanística, ecléctica, inquieta. Se guiaba por su gusto y sabía detectar las buenas ideas de los que le rodeaban. Su voluntad de crear un discurso cultural a través de los libros se podría resumir con ese verso de su admirado J. V. Foix: «M'exalta el nou i m'enamora el vell». Y al revés también.

Como casi todos los que en este país han tenido alguna relación con la cultura, hace unos años traté a Vallcorba. Primero fue mi profesor en la universidad, donde nos daba poesía épica medieval (éramos ocho en clase, un privilegio), y luego trabajé en su editorial una temporada. En los dos ámbitos, Vallcorba combinaba la reflexión seria con el placer por la lectura.

La última vez que le vi fue hace más de un año en el tren. Era el AVE, ya se sabe, se estropeó en el Camp de Tarragona y coincidimos en el andén mientras intentábamos no perder la paciencia. Quizá por el pesimismo de la espera, o porque era domingo por la tarde, hablamos de la crisis editorial y salió una de las cuestiones que más le preocupaban en los últimos años: la inanidad social, la pobreza de la educación, la falta de civismo y la necesidad de formar una élite cultural. Él lo intentaba publicando algunas obras clave, pero a veces era como clamar en el desierto. El tren se puso en marcha de nuevo y nos despedimos. Ahora, leyendo a Zweig, he subrayado una frase que me hace pensar en el legado impresionante de Jaume Vallcorba: «A veces creo haber vivido no una sola existencia, sino más de una, y todas completamente distintas».