La clave

El lado equivocado

JOAN MANUEL PERDIGÓ

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La excelente noticia del regreso a casa de nuestro compañero Marc Marginedas  apenas supone una minúscula gota de alegría en el inmenso mar  de sinsabores que padece este atribulado mundo. Seis años largos ya de dura crisis nos han dejado el cuerpo y la mente demasiado molidos como para asimilar muchas penas más. Sin embargo, en el ambiente no se aprecian grandes indicios de que la tempestad amaine. Ni en lo económico, ni en lo político, que al fin y al cabo lo segundo va de la mano de lo primero.

En muy poco tiempo hemos perdido de vista el drama sirio, que  transcurre ya sin testigos, para quedar cegados por la crisis de Ucrania, que evoca lugares y hechos archivados en el baúl de la historia, como ya pasó en los años 90 durante el conflicto de los Balcanes. Rusia se rehace de la derrota de la guerra fría y, desprovista del ropaje ideológico de antaño, busca recuperar el antiguo espacio soviético. Otro tanto hace el segundo gigante excomunista allá en Asia, hacia donde bascula el péndulo de la historia.  China y  Japón se retan en una peligrosa disputa por el control de grandes bolsas de gas y petróleo. Vuelven a alzarse banderas y reaparecen los fantasmas de las atrocidades de los años 30 y 40, que no fueron a la zaga de las nazis.

El paraíso terrenal europeo que empezamos a edificar sobre las ruinas de las dos guerras mundiales se resquebraja, y ya es visto más como un problema que como una solución por millones de ciudadanos en el sur y el norte del continente, que vuelven a prestar oídos a voces que también creíamos enmudecidas. Unas sutilezas las nuestras que no desaniman a miles de seres humanos a los que aún les va peor y que se juegan la vida (y la pierden a menudo) para alcanzar Ceuta, Melilla o Lampedusa, las puertas  de entrada al fin y al cabo a su mítico Edén.

Duda razonable

El pasado lunes Obama se dirigía a un Putin dispuesto a recuperar Crimea por las bravas para recriminarle que se hubiera colocado «en el lado equivocado de la historia». Visto el panorama, cuesta aceptar que alguien con un mínimo poder en este mundo se encuentre hoy en el lado correcto de la historia. Si es que este lugar aún existe.