El infantilismo de partir de cero

El fichaje gris de Mestre no va a darle muchos votos al PSC pero abre una reflexión ideológica

JOAQUIM COLL

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Mientras la derecha se vuelve perversa cuando cae en el cinismo, una de las peores taras de la izquierda es el infantilismo, la pretensión de partir de cero. Esto es lo que plantea la candidatura de Ada Colau. Y en Barcelona resulta particularmente absurdo porque, hasta la llegada de Xavier Trias, la ciudad había sido gobernada por fuerzas de izquierda, con un balance positivo que nadie puede discutir. En el terreno social, las desigualdades se redujeron un 23% de 1986 al 2006 y a los barrios se les dio la vuelta con infinidad de equipamientos. Sin embargo, Barcelona en Comú se vende como una ruptura con el presente inmediato y con un pasado de 32 años de gobierno, del que el PSUC primero e ICV-EUiA después han formado parte activa. Por eso se comprende que alguien como Joaquim Mestre, exportavoz municipal y veterano dirigente ecosocialista, haya decidido pasarse a la candidatura de Jaume Collboni. Este fichaje gris no va a darle muchos votos al PSC, pero abre una interesante reflexión. A Mestre, algunos de sus excompañeros le critican que se aferre a un cargo, pero el tema no es personal sino ideológico. Ante el tsunami de Podemos y otros fenómenos como el de la activista antidesahucios, ICV-EUiA ha preferido ceder al infantilismo que podía devorarla por la izquierda en vez de defender su identidad.

Mestre extiende sus críticas a la propia Colau, cuya candidatura considera personalista y no tan democrática como se vende en los medios. No olvidemos que, en algunos lugares de España, Podemos está sufriendo ya cismas e importantes decepciones personales de los que habían creído hallar por fin ese partido horizontal, participativo, con el cambio social como único fin. A la hora de la verdad, resulta que tiene por lo menos los mismos defectos que el resto. En Barcelona, la lista de los que acompañan a Colau se ha decidido en el comedor de una casa del Eixample entre los partidos que la apoyan. Un poco al viejo estilo, la verdad. Cierto es que otra cosa hubiera sido seguramente inviable y que a los electores lo que les importa es el programa. Pero, por favor, que nadie dé lecciones de participación y democracia.

En cuanto al programa, lamentablemente hay poca cosa. En los temas de fondo, Colau expresa más deseos que propuestas reales. Levanta con eficacia la bandera de la ética de lo común, pero para acabar en el populismo. Su promesa de rebajarse el sueldo a 2.200€ mensuales situaría al alcalde por debajo del escalafón técnico del ayuntamiento. El paso de Mestre al equipo de Collboni ofrece, pues, una pista clara de lo que la izquierda se juega también el 24-M. Reivindicar críticamente un pasado de gobierno para seguir transformando la ciudad o ceder al infantilismo de empezar de cero.