Al contrataque
El grito
Manel Fuentes
Periodista
El 7 de septiembre de 2009 inició su andadura como director y presentador del programa 'El matí de Catalunya Ràdio'. Dos años después, en septiembre de 2011 comienza a presentar el espacio de entretenimiento 'Tu cara me suena', en Antena 3.
MANEL FUENTES
Cuando el orgullo se siente herido, cuando no se entiende la penuria ni se impone la justicia, cuando el descalabro se vuelve cotidiano, cuando la exclusión se instala donde antes había cuentos de hadas… entonces nace el grito. Y a ese grito reaccionario no se le puede exigir que sea sensato, ni justo, ni racional, ni curativo.
Es un grito que asusta a los que no sufrieron y alivia a los que sí. Es un grito que necesita presentarse como algo más, para que no pierda furia ni fuego interno, ni poder de escucha. Es un grito que exige y libera. Casi el único canal por el que unos cuantos logran ser respetados al ser temidos. Un grito que busca colarse en un tablero sin aceptar y muchas veces sin conocer las reglas del juego ni las consecuencias de incumplirlo.
Un grito que no soluciona casi nada pero que ensueña a las víctimas con promesas de darles papel de verdugos. Un grito que es un basta. Que es venganza. Que es un trueno. Revolución. Que como todas, difícilmente será justa. Un grito es una sensación, una brisa que está calando.
Para contrarrestarlo, avivar el miedo parece poco indicado, porque el grito también nace de él. De un miedo que ya se hizo real para algunos. De una posibilidad de descalabro que se dio para los que cogieron las peores cartas de una partida, que pese a no poderse permitir, les invitaron a jugar. Al grito se le combate con consideración y decencia. Con honestidad. Al grito se le desarma con justicia, con discurso. Con un estriptís integral del sistema para demostrar que ya no hay trampa ni cartón, que todos viajamos en el mismo tren y que se acabaron los favoritismos, siempre inmorales, pero más en época de vacas flacas.
Sin alternativa
Si así se percibe en el ambiente, el grito amainará. Perderá fuelle y razón de ser. Pero hoy, que nadie olvide que nace de la sinrazón, de la sinvergüenza, de la imposición sin explicación razonable. Sin alternativa.
El grito obliga y exige a que lo moderado dé respuesta, porque si al final lo que gana es el grito, dejaremos momentáneamente de hiperventilar y tal vez mejoremos esa sensación de vértigo en el estómago, pero no por ello dejaremos de caer. Es más, tal vez a mayor velocidad.
Cuando en el parque de atracciones uno se ha montado en la montaña rusa, el grito alivia pero no ralentiza el mecanismo. Sigue habiendo bruscas subidas y bajadas. Y por suerte, aparte del grito que relaja, está nuestra cabeza dictándole a las manos que se sujeten y asegurándose que el cinturón esté bien abrochado para evitar accidentes mayores. En esas circunstancias, si quien toma el control es el grito, el riesgo es que para no notar cómo se revuelven las tripas, saltemos al vacío.
Sí. Es una mierda estar en una atracción que no controlamos. Pero a menos control, más audacia, humildad e inteligencia. ¿Sabremos?
- García-Castellón y Gadea dejarán sus plazas en la Audiencia Nacional y Pedraz sopesa hacerse con el juzgado del Tsunami, por Ernesto Ekaizer
- El río subterráneo más largo de Europa está en España: nadie conoce su nacimiento ni su desembocadura
- Airbnb aconseja a los propietarios que no anuncien las piscinas en sus alojamientos turísticos
- Vuelve Moisés a Pasapalabra: el concursante desvela los problemas que sufrió en el pasado y por los que tuvo que abandonar el programa
- La Junta Electoral avala la candidatura de Puigdemont y rechaza la impugnación de Cs
- El invierno vuelve por Sant Jordi: los meteorólogos alertan del fenómeno que nos espera la próxima semana en Catalunya
- La vida de Rosa Peral en prisión: ¿A cuántos años está condenada? ¿Cómo es su día a día? ¿Qué estrategia seguirá en adelante?
- El Barça vive una tragedia insoportable ante el PSG