ANÁLISIS

El gran salto

Ronaldo e Iniesta, el sábado en el Bernabéu.

Ronaldo e Iniesta, el sábado en el Bernabéu.

ERNEST FOLCH

Por qué confiar en El PeriódicoPor qué confiar en El Periódico Por qué confiar en El Periódico

Un día antes del clásico, el vicepresidente de Google batió el récord del mundo de caída libre y se precipitó con su paracaídas desde unos estratosféricos 41.150 metros. Horas más tarde, el Barça quiso emularlo y batió el récord de descompresión en un solo partido: se precipitó al vacío a una velocidad inédita hasta la fecha. De los soberbios tres minutos iniciales al desplome absoluto de la última media hora está trazado el recorrido exacto entre lo que fue el Barça y lo que piensa que puede ser.

El conjunto de Luis Enrique salió al Bernabéu con la Santísima Trinidad y un plan muy exacto en la cabeza, y se fue con el rabo entre las piernas y la cara de confusión que tienen los boxeadores cuando se les ha tumbado en la lona. El Barça se sostuvo a sí mismo durante la mayoría de una buena primera parte, con una apuesta decidida por el clasicismo de su centro del campo de toda la vida mezclado con una mayor agresividad de una delantera que prometía nuevas y excitantes conexiones.

Hasta que se cambió el plan: el equipo se olvidó del mediocampo y se creó un efecto parecido al de una nave en la que se despega una ventanilla y se precipita a toda velocidad hacia el suelo. A pesar de lo que se va a decir, no falló la alineación, que permitió un arranque excelente, sino el cambio en la hoja de ruta a medio partido, para el que estos jugadores sin duda no están preparados. Xavi, Busquets e Iniesta demostraron en la primera parte que todavía pueden interpretar con soltura los valses de Strauss, pero que no sirven para tocar el juego directo de One Direction de la segunda parte. Fue una buena alineación cuando la partitura era clásica, fue claramente contraproducente cuando se modernizó el estilo.

Una apuesta clara

¿Qué quiere el Barça, ser el amo del balón y controlar el partido como ha hecho siempre o mutarse en un nuevo cuerpo que aspira a resolver a la brava solamente con el talento de arriba? Como se demostró en el Bernabéu, las dos cosas a la vez son imposibles y llevan al caos en las grandes citas, valga París como otro aviso. Puede ser que haya jugadores que no están en su mejor momento, pero cuando fallan cinco o seis piezas a la vez, entonces el problema es del sistema. Y cuando los cambios no aportan nada, resulta que Suárez ha debutado incluso antes que un misterio llamado Vermaelen y que un tal Douglas es el único sustituto de Alves, entonces el problema es la planificación.

El Barça ha presumido este año de grandes revoluciones en la plantilla y de muchos millones invertidos, pero el partido del sábado deja de momento al equipo donde estaba el año pasado: en medio de una dura travesía entre su glorioso pasado y su incierto futuro, pero con la misma sensación de impotencia cuando llega una gran cita. La primera urgencia es aclarar a dónde va esta nueva expedición y definir el plan de una vez, más que nada para evitar otro gran salto al vacío.