La clave

El giro de Sánchez: siete conclusiones

JUANCHO DUMALL

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Del arrepentimiento del PSOE de su apoyo a la reforma exprés del artículo 135 de la Constitución en agosto del 2011 que blindaba la estabilidad presupuestaria y daba prioridad al pago de la deuda sobre cualquier otro gasto de carácter social pueden extraerse varias conclusiones.

Primera: El nuevo líder de los socialistas, Pedro Sánchez, no es insensible al clamor social por las políticas injustas aplicadas para la salida de la crisis. Una de ellas es la de dar cobertura legal, nada menos que en la Carta Magna, al compromiso de satisfacer a los mercados por encima de todo, pese a que fueron los poderes financieros los principales causantes del desaguisado.

Segunda: La nueva dirección del PSOE no habría hecho este movimiento si no fuera por el miedo que le inspira Podemos. Con el ambiente social de hoy, solo tres años después, sería impensable el apoyo del PSOE a una iniciativa política semejante.

Tercera: Fue también el miedo (a los mercados, al Banco Central Europeo, a Angela Merkel) lo que llevó al entonces presidente del Gobierno, José Luis Rodríguez Zapatero, a reformar la Constitución casi con nocturnidad, sin consultar al pueblo y con el único apoyo del PP. La pregunta hoy es si era necesario semejante paso. ¿Estábamos condenados al rescate en caso de no hacer la reforma? A toro pasado, quedan muchas dudas, porque no fue esa medida la que relajó a los mercados e hizo bajar la prima de riesgo, sino el giro posterior del BCE para salvar el euro.

Cuarta: Hoy no se entendería, y menos en Catalunya, una reforma de la Constitución tan importante como la del artículo 135 sin que fuera sometida a referéndum.

QuintaSánchez ha roto con el zapaterismo, en un punto clave. Alfredo Pérez Rubalcaba remoloneó, pero no se atrevió a dar el paso. Era más prisionero de su pasado que el actual secretario general.

Sexta: Es muy posible que el gesto de Sánchez llegue demasiado tarde para su partido, cuando ya Podemos ha marcado territorio.

SéptimaZapatero no ha perdido ni una pizca del estilo almibarado que le hizo famoso. Su reacción («Tengo tanto cariño, entrega y devoción a mi partido, y tanto respeto a quien lo dirige, que pondré una sonrisa») es puro Bambi.