La clave

El fútbol y nuestros problemas

IOSU DE LA TORRE

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Fútbol es vida, clama desde hace años en inglés la camiseta del periodista que esconde lo cafre que puede llegar a ser tras un seudónimo tardofranquista.

El fútbol es una mierda, dispara el quiosquero ante las portadas de los diarios que confirman la final Alemania-Argentina. El fútbol es una maravilla, brama el adicto que ha devorado todos los partidos de Brasil 2014, convencido de que nunca 32 selecciones reunieron tanta calidad. Al menos cuatro millones de españoles han seguido el Mundial desde el puesto de trabajo.

La esencia de la idea de que elfútbol es el opio del pueblo -atribuida eternamente al maestro Manuel Vázquez Montalbán-, la experimentaremos mañana, paralizados ante el plasma: una mayoría europea vislumbra a los de Löw como campeones, la latinoamericana, y también la azulgrana, cree en Messi. Y Mascherano.  Solo es fútbol, pero qué fútbol. Solo es fútbol, pan y circo, que lo duro regresará el lunes. Y todos los días en los que se estará aguardando a que la pelota vuelva a correr en los rondos de verano, los partidos de pachanga, hasta que estalle la Liga en agosto. Se avecinan jornadas bajo el síndrome de abstinencia. Las consecuencias son indefinibles.

Oso recuperar la cita del poeta Carlos Drumond de Andrade, que esculpió la escritora Stefanie Kresmer en el papel prensa de este diario al día siguiente del hundimiento de Brasil (como selección ante Alemania, como país ante sus ciudadanos): ¿Se ha perdido la copa? No pasa nada. / / Ahora, podemos por fin, / ocuparnos de nuestros problemas.

Ocuparse de los problemas, concepto antinarcotizante. Menos fútbol, más trabajar. Menos abusos, más igualdad. Menos soberbia, más dialogar. Menos trampas, más justiciar. Menos bunkers, más patear (la calle). Menos tortas, más dignidad. Menos ruido, más pelear.  Menos fugas, más solidaridad.

Un 'selfie' de Rajoy y Mas

Ayer, en el encierro pamplonés, un valiente se hizo una autofoto con los toros casi encima. La moda del selfie de alto riesgo puede llegar a la Moncloa el día en que Mas y Rajoy se atrevan a retratarse para exhibir la imagen en el Twitter. Menos vodevil, más negociar.