La clave
El fraude fiscal y la clase media
Albert Sáez
Director de EL PERIÓDICO
Soy periodista. Ahora en EL PERIÓDICO. También doy clases en la Facultat de Comunicació Blanquerna de la Universitat Ramon Llull.
ALBERT SÁEZ
El problema fundamental de la Hacienda española no son los tipos impositivos ni tampoco la presión fiscal. Para conseguir la consolidación de las cuentas públicas que exige la Unión Europea, el único camino posible es el del aumento de las bases fiscales. Hablando en cristiano, quiere decir que más españoles paguen impuestos en España. Para conseguirlo hay dos caminos posibles: el crecimiento económico o la lucha contra el fraude fiscal. Rajoy lleva dos años intentando la primera posibilidad. Forzó una devaluación interna para fomentar las exportaciones a costa de bajar los salarios. El resultado es la recuperación del sector exterior y el hundimiento de la demanda interna.
El análisis de la reforma fiscal que el Gobierno se ha hecho proponer por los expertos debe hacerse desde esta premisa. Por encima de las cuestiones ideológicas, hay que evaluar si las propuestas presentadas ayudan a ampliar las bases fiscales. Y juzgar también el camino que sugieren para conseguirlo.
Más dureza
La filosofía general se basa en reducir la imposición directa y aumentar la indirecta. Dicho en cristiano, bajar el IRPF y subir el IVA. Pagar menos por lo que ganamos y más por lo que gastamos. Injusto si las rentas altas se dedican a ahorrar. Y más equitativo si se lanzan a gastar. Este principio general, unido a la llamada devaluación fiscal, que no es otra cosa que la reducción de las cotizaciones sociales, resulta ciertamente estimulante. Sobre todo si lo analizamos desde el punto de vista también del fraude fiscal. Se supone que la rebaja de cotizaciones puede servir simultáneamente para que aflore parte del 25% de la economía sumergida y para reducir el 25% de paro que condena a todos esos españoles a no poder pagar impuestos.
Harán falta medidas complementarias de tipo normativo y de refuerzo de la inspección fiscal para forzar efectivamente que los empresarios blanqueen a sus empleados a cambio de pagar más impuestos cuando venden que cuando no venden. Si lo consiguieran, sería un primer paso para recuperar la diezmada clase media, la que amplía las bases fiscales cuando logra trabajar y consumir.
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