El final de los cristianos de Oriente

Coptos egipcios en una ceremonia en memoria de los 21 cristianos que fueron asesinados por el Estado Islámico en Libia en el 2015.

Coptos egipcios en una ceremonia en memoria de los 21 cristianos que fueron asesinados por el Estado Islámico en Libia en el 2015. / periodico

RAFAEL VILASANJUAN

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Un grupo de intelectuales franceses propuso este verano pasado que después del eslogan "Yo soy Charlie” tras los atentados al diario satírico, se debería adoptar el eslogan “Yo soy cristiano”, en alusión a la represión y huida de cientos de miles de cristianos perseguidos en medio mundo, pero sobre todo a raíz del ascenso del Estado Islámico, en Irak y Siria.

¿Cristianofobia? Es difícil imaginar desde países como el nuestro, donde esta religión es mayoritaria y la cultura que deriva está en la base de la sociedad, que exista hostilidad hacia alguien que se identifica como cristiano. Aún más difícil movilizar a la opinión publica en defensa de una comunidad sometida a violencia extrema en un teatro de operaciones lejano y con una situación política muy compleja. De hecho, cuando desde los medios tendemos a simplificar la identidad de la población árabe de esta región como musulmana, para buena parte de la opinión pública es toda una sorpresa descubrir que en Irak y en Siria exista una comunidad cristiana numerosa. Pero existe y al menos es tan numerosa, en proporción, como la población musulmana en Europa. Los cristianos de Oriente son herederos de los contemporáneos de Jesucristo.

Lo cierto es que Irak, la antigua Mesopotamia, un país atravesado por dos ríos bíblicos, el Tigris y el Éufrates tan conocidos que prácticamente no hay cultura que no los haya incluido en sus manuales, tiene una geografía con zonas de influencia divididas y a menudo simplificadas en torno a las dos grandes divisiones del islam: los sunís y los chiís. Pero una tierra de historia tan extensa que fue cuna de la civilización, es un crisol de culturas y etnias donde es posible encontrar –o la menos lo era hasta hace poco- desde cristianos a yazidís o judíos.

MINORÍAS ACOSADAS

Minorías acosadas, con la llegada del Estado Islámico cada una de estas comunidades se ha diezmado. La persecución de la yihad a los que consideran infieles ha sido implacable desde el primer día. En el califato global no hay espacio para estos resistentes de tiempos remotos y el culto cristiano no era menor en muchas de las ciudades que iban ocupando. Antes de la invasión, en Irak había más de un millón de cristianos censados y en Siria casi dos.

Prácticamente la comunidad ha desaparecido. Primero fueron perseguidos en Mosul, pero hace un año y medio, el Estado Islámico tomo la principal ciudad del cristianismo en Oriente, Qaraqosh. Una buena parte de los que vivían en la ciudad pudieron huir y encontrar refugio en los países vecinos, sobre todo en Líbano, donde la mayoría aun sigue en campos. Los que no tuvieron tanta suerte fueron vendidos como esclavos, o en el caso de las mujeres, entregadas para ser utilizadas sexualmente por los guerreros de la yihad.

No sabemos, por los testimonios de quienes vivieron aquel infierno, si se puede hablar de genocidio, es decir de una intención voluntaria y planificada para eliminar a los cristianos en toda la zona. A algunos se les dio la posibilidad de salir, pero en cualquier caso lo que si es evidente es que los cristianos tuvieron que huir por la única razón de profesar, en tierra de bárbaros, un culto equivocado. Fueron perseguidos y acosados casa por casa, incluso con listados nominales. Una limpieza étnica que Occidente nunca quiso evidenciar para evitar verse forzado a una intervención militar incómoda.

La suerte de estos cristianos milenarios sigue prácticamente en silencio, pero si la guerra perdura, es probable que signifique el final del cristianismo en Oriente. Un objetivo más que sin duda persigue el Estado Islámico.