La rueda

El (falso) dilema del 'masismo'

El objetivo compartido e inmediato para ciertas élites españolas y catalanas es hacer bajar la temperatura del soberanismo

ENRIC MARÍN

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Pasado el 9-N, se plantea una disyuntiva más aparente que real entre convocar elecciones constituyentes antes de las municipales o procurar agotar la legislatura a la espera de una previsible mutación del mapa político español. La primera opción requiere un acuerdo político básico -aunque sea de geometría variable- entre las fuerzas políticas y sociales partidarias de la independencia.Un acuerdo sobre el qué, el quién, el cuándo y el cómo. Difícil.

La segunda opción es la preferida por Unió, ICV y algún dirigente de CDC. Para hacerla efectiva sería necesario un pacto de Mas con el bloque dinástico. Por un lado -y con la complicidad del PSOE-, el PSC debería dar apoyo parlamentario estable a CiU y, por otro lado, el Gobierno central debería suavizar de forma perceptible el ahogo financiero de la Generalitat. Ambas condiciones parecen perfectamente plausibles desde la perspectiva del bloque dinástico. Al fin y al cabo, ahora mismo el objetivo compartido e inmediato para ciertas élites españolas y catalanas es hacer bajar la temperatura del soberanismo. Pero, ¿es asumible este escenario desde la perspectiva del independentismo? Francamente, no lo parece. En primer lugar, subordinar el calendario catalán al español podría hacer inviable la articulación de lo que ya se ha bautizado como el partido del presidente. Y, en segundo lugar, supondría la apertura de un abismo entre CDC y ERC y la CUP. O aún más relevante: entre el emergente masismo, ya desconectado del pujolismo, y el formidable movimiento social articulado en torno a la ANC, Òmnium y AMI. Un suicidio político. El papel es muy sufrido; lo aguanta todo. La política real no tanto. La conclusión es que, por complejo que pueda parecer, lo más coherente y probable es el acuerdo básico del soberanismo independentista cívico y político. Casi inevitable.