El efecto placebo de Catalunya sí que es pot

Los impulsores de Catalunya sí que es pot, tras la pancarta con la marca de la confluencia de izquierdas para el 27-S.

Los impulsores de Catalunya sí que es pot, tras la pancarta con la marca de la confluencia de izquierdas para el 27-S.

JOSE A. RODRÍGUEZ

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Se ha presentado la candidatura conjunta de izquierdas para las elecciones catalanas del 27-S, que aglutina entre otros a ICV, EUiA y Podemos.

Nos prometen un proceso constitucional español que abriría las opciones a solucionar los principales problemas de la sociedad catalana, desde el encaje de Catalunya en España, al retraso del estado del bienestar, los recortes y en especial poder superar el tramado institucional agotado que se diseñó en la España de 1978.

Nos prometen abrir los candados de la Constitución y los bloqueos que esta tiene, siempre dentro de la legalidad vigente. Nos prometen un referendum catalán, siempre dentro de la legalidad vigente.

Y esto es falso. A España le hace falta un proceso constituyente igual que a Catalunya. Podemos iniciarlo juntos o separado, pero este proceso ha de superar la actual Constitución y sus bloqueos.

Quien ofrece una hoja de ruta que reforme la Constitución ha de explicarnos como va a conseguir las mayorías cualificadas de 2/3 en el Congreso y en el Senado en dos elecciones seguidas (además de ganar un referéndum) o su propuesta es puro desideratum.

Ni en el mejor de los escenarios Podemos y la izquierda plural convencerá al PSOE para que su proyecto de Constitución sea el que permita cosas como un referéndum de secesión en Catalunya o rehaga a fondo las estructuras institucionales del país. Y si por un milagro lo lograran, tal y como está diseñado, es imposible que el PP pierda la minoría de bloqueo de 1/3 en el senado y la suma de PP y C's y otras fuerzas conservadoras pierdan la minoría de bloqueo de 1/3 en el Congreso.

Y esto no es una cuestión de una elección u otra. Los mínimos de bloqueo y la capacidad de conseguir senadores por parte de la derecha española es una cuestión estructural del sistema político español. No es algo que se podrá superar en una, dos, tres o cinco legislaturas.

Por tanto, cualquier opción que nos hable de superar el modelo de 1978 que no intente subvertir la legalidad vigente, aunque sea por vías democráticas, está condenada al fracaso. La Constitución Española es de las más blindadas del mundo y el reparto de diputados y especialmente de senadores hace que la llave de bloqueo siempre quede en manos de los herederos del franquismo.

Seguramente la hoja de ruta de cambio alternativa, que es la vía catalana, está llena de dudas, problemas, dificultades y errores. Pero como mínimo ha superado esta fase infantil de querer explicar que sin romper huevos y sin romper la legalidad vigente, se puede construir un nuevo tramado institucional.

La opción de la izquierda plural y Podemos de cambiar Catalunya a través del proceso constituyente español dentro de la legalidad vigente, es puro efecto placebo. Algo que dar al electorado para que crea que está votando para cambiar cosas pero que no cambiará nada.

La medicina de la vía catalana no sabemos si logrará todos los efectos terapéuticos que buscamos ni sabemos sus efectos colaterales, y seguramente el tiempo de tratamiento sea más largo del que creemos, pero como mínimo está en fase de experimentación y busca realmente afrontar los problemas del paciente.

En este 27 de septiembre vamos a poder optar entre tomar el placebo (candidatura de izquierdas), tomar la medicina experimental (candidatura independentista o la de la CUP) o asumir que la enfermedad es incurable y votar quien no ofrece ni una cosa ni otra (C's, PSC, PP).

En todo caso, sería recomendable que cada opción electoral, en especial quien nos está vendiendo el efecto placebo, fuera sincera y no nos tomara el pelo como a los tontos.