El doble chantaje y la gran contradicción

JOAN Tapia

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La sesión de ayer en el Parlament confirmó el cul de sac en el que está la política catalana. Un mes después del 9-N la mayoría parlamentaria que sostiene al Govern desde el 2012 está escindida en un doble chantaje.

Artur Mas (y CiU más o menos detrás) le dice a ERC que la única condición para que Catalunya sea independiente en 18 meses es la celebración de unas elecciones anticipadas y plebiscitarias (que sean como un referéndum) y que para ello es obligatorio que los republicanos se integren en una lista unitaria encabezada y dirigida por él. Caso contrario, no habrá elecciones y Junqueras será el responsable (eso solo lo sugiere) de que Catalunya no sea independiente. Y añade, mirando a Ciutadans pero disparando contra ERC, que algunos partidos solo se preocupan por su número de diputados. Como si Jordi Pujol hubiera hecho otra cosa y como si Artur Mas no hubiera disuelto en el 2012 para pasar de 62 a más de 68 escaños.

Pero Junqueras sabe que retirar a medias a ERC de la circulación durante 18 meses es bastante suicida para los republicanos y muy beneficioso para Convergència, tocada por el escándalo de la familia Pujol. Y contesta con otro chantaje. ERC no presenta enmienda a la totalidad a los presupuestos para no dañar las relaciones con CiU y para que Mas convoque elecciones (sin condiciones previas de lista unitaria) para marzo. Pero ERC tumbará los presupuestos si el 19 de enero seguimos sin elecciones. Entonces Mas solo podrá disolver -tras haber hecho el ridículo- o gobernar sin mayoría en una lenta agonía.

Pero no es fácil que el president vuelva a caer en el pecado de soberbia del 2012 ya que ahora todas las encuestas dicen que CiU y ERC no tienen garantizada la mayoría absoluta y la irrupción de Podemos amenaza -más que Albert Rivera- el oasis catalán. Puede pensar que si aguanta, en el 2016 en España habrá un gobierno más débil, o más débil y menos enemigo, con el que algo podrá negociar. No la independencia, por supuesto, pero si alguna tercera vía con la que sus propagandistas tanto han despreciado frontalmente al PSC y, más oblicuamente, a Josep Antoni Duran Lleida, a Foment y a los dos bancos catalanes. El resultado del doble chantaje se sabrá después de Reyes pero Mas tiene la sartén por el mango. Y tampoco descarto que ninguno de los dos desee elecciones anticipadas (temen que Pablo Iglesias sea un moderno Lerroux) y que a lo único que aspiren es a echar la culpa al otro.

Números y sueños

Pero el asunto de fondo es que los presupuestos revelan la gran contradicción del Govern. Andreu Mas-Colell los cuadra poniendo 2.000 millones de transferencias extra del Estado, en parte justificadas pero que el Estado no reconoce. O sea que, hoy por hoy, Junqueras tiene razón: son humo. Claro que Mas-Colell acierta al afirmar que hay que luchar para conseguirlos. Pero el conseller de Economia, que es de Harvard, asume un papel técnico y disciplinado en la línea política de Mas. Y nadie puede pensar que Mariano Rajoy -en año electoral y con sus barones autonómicos en pleno ataque de nervios- le va a dar 2.000 millones a la Generalitat mientras Mas hace ostentación de que, bajo su liderazgo, Catalunya se irá de España en 18 meses.

El presidente de la Generalitat tiene derecho a soñar con ser a Catalunya lo que Josué, que conquistó la tierra prometida, fue para Israel. Pero los números son números y los sueños, sueños son. Se equivoca pues cuando replica a Miquel Iceta que no va a cambiar su estrategia para volver a la del diálogo con la que «ni se avanza ni se avanzará» porque su primer deber como gobernante es atender las necesidades de la Cataluña del 2015. Y pelear por los 2.000 millones que faltan para cuadrar el presupuesto.