La rueda

El día mundial del agua

RAMON FOLCH

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Hay un día mundial para cada causa. Pero hay más de 365 causas. Nos sobran causas o nos faltan días. En todo caso, cada 22 de marzo se celebra el Día Mundial del Agua. O sea, ayer. El lema específico de este año es Agua y energía. Ahí es nada. Con agua abundante y energía suficiente podemos superar cualquier reto. Por desgracia, no es el caso: la energía fósil mengua y el agua potable escasea. Así que tenemos un problema.

Y gordo. Al tener también muchos problemas pequeños que reclaman atención inmediata, preterimos los problemas de fondo que pueden esperar más. Craso error, acabarán convirtiéndose en igualmente urgentes sin haber perdido su condición de muy grandes. Cuando los problemas de calado reclamen soluciones inmediatas, ¿qué respuesta podremos dar? Más aún: ¿llegaremos a tiempo?

Con agua generamos la electricidad renovable más convencional. No lo ven así las estadísticas usuales, que consideran la energía hidroeléctrica hasta demasiado convencional, parece. Confunden renovable con alternativo. Y alternativo con potencial. En efecto, la energía hidroeléctrica lleva décadas siendo convencional, sin dejar de ser renovable, y justamente por ello es propiamente alternativa. Ya no es, en cambio, meramente potencial, porque es una alternativa estandarizada. Pero es renovable. Empleamos mal las palabras y, por lo mismo, acabamos confundiendo las ideas.

Potabilizamos agua de mar mediante técnicas de ósmosis inversa, pero con gran coste energético. A base de energía, podríamos tener tanta agua potable como quisiéramos y bombearla hasta donde conviniera. Pero entonces consumiríamos más energía de la razonablemente disponible. Tendríamos otro mal balance más. Además de saber hacer, hay que sacar bien las cuentas. Quizá el Día Mundial del Agua sea una buena ocasión para pensar en todo ello, retórica aparte.