La clave

El debate del 8 de abril

JUANCHO DUMALL

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Como el himno de los Sanfermines, el proceso soberanista catalán va acumulando fechas en su recorrido: el 25 de mayo, elecciones europeas, en las que se medirá el poderío de los partidos favorables al derecho a decidir; el 11 de septiembre, la Diada, será con toda seguridad otra multitudinaria exhibición del independentismo; el 18 de septiembre, el referendo en Escocia, prueba de fuego para los movimientos secesionistas democráticos, con Europa conteniendo la respiración;  el 9 de noviembre, fecha anunciada por el president Mas para que los catalanes sean llamados a las urnas... A esta retahíla se suma desde el martes otra fecha, la del 8 de abril, en la que el Congreso de los Diputados debatirá -con solemnidad, según se anuncia- la solicitud del Parlament de Catalunya de que el Estado ceda la potestad de convocar una consulta.

Que el debate en el Congreso se adelante es una buena noticia, aunque el resultado de ese pleno esté cantado. Tanto el PP como el PSOE han anunciado por activa y por pasiva su rechazo de la petición del Parlament, pero al menos será una buena ocasión para que se expresen de forma ordenada y democrática las tesis de unos y de otros. Una confrontación en la que tres diputados catalanes -Turull (CiU), Rovira (ERC) y Herrera (ICV)- podrán exponer sus argumentos, como lo harán los portavoces de los grupos del Congreso.

Guerra de guerrillas

Mejor el debate democrático en el Parlamento que la guerra de guerrillas a base de informes, contrainformes, viajes a Bruselas, anuncios de catástrofes venideras y balanzas fiscales hechas a medida.

Pero lo que ha llevado a los grupos a pactar esa fecha no han sido consideraciones de altas miras, sino puros cálculos electoralistas. A los populares, les interesa el debate antes de las elecciones europeas para presentarse ante el electorado como los únicos garantes de la unidad de España. Los socialistas han tenido que subirse a ese carro para no ser menos. Y los partidos soberanistas catalanes tienen una ocasión espléndida para convertir la segura derrota parlamentaria en un triunfo de divulgación de su mensaje en el exterior.