El chollo de ERC

Sin Mas al frente las posibilidades de la independencia caerían en en picado

XAVIER BRU DE SALA

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Bajaba por el centro del Passeig de Gràcia una manifestación de un centenar de ciudadanos en protesta por las detenciones a supuestos sospechosos de terrorismo anarquista. Mucha rasta, ni una sombra de incidente. Aún así, un sesentón largo se acercó a la puerta de una tienda de ropa de marca elitista y se sintió obligado a advertir al guardia de seguridad y un par de empleados, que vete a saber de dónde eran y cómo pensaban y miraban desde la puerta: «Vayan con cuidado, que estos no son independentistas normales y corrientes como nosotros».

El gran mérito del pujolismo de la transición consistió en convencer a los catalanes y buena parte de los españoles, naturalmente asustados por lo que podía ocurrir, de la nula peligrosidad del catalanismo. La normalización del independentismo es mérito de ERC. Aún así, y aunque no tiene un pelo de antisistema, Oriol Junqueras no asusta a las criaturas, pero sí a más de un pensionista. Sobre todo los que se creen el cuento de la independencia exprés y se imaginan los colmillos del lobo que los dejará a la intemperie. Artur Mas, en cambio, no les asusta, o les asusta mucho menos.

A estas alturas, las diferencias entre Mas y ERC no se encuentran en los objetivos, y quizás ni siquiera en los procedimientos, a pesar de la retórica oficial del partido de Junqueras. ERC quiere la independencia, Mas también. ERC quería unas elecciones para obtener mayoría independentista, Mas las convocará para el 27 de septiembre. Mas pretendía que fueran plebiscitarias de verdad, ERC que solo lo fueran según su interpretación. Solución, otra concesión de Mas (tampoco le va nada mal con objeto de mantenerse en el poder ): solo serán plebiscitarias si el resultado es lo suficiente favorable a la independencia. Si por el eje nacional, vistas las cosas con una cierta perspectiva, las diferencias cuestan tanto de encontrar como los pelos en los huevos, por el eje derecha-izquierda, la aproximación es evidente. No es ni será completa, pero bastará para minimizar las incompatibilidades ideológicas y programáticas. En la refundación de su espacio político, la primera cosa que harán Mas y CDC, y quizás UDC, es recuperar la transversalidad, de forma que, sobre todo durante los próximos meses de larguísima campaña, la mayor parte del catalanismo podrá disponer de un espacio propagandístico común.

A ERC le ha costado descubrir que su chollo es Mas. Es un chollo para sus objetivos. Quizás la independencia no obtendrá la mayoría, pero sin Mas al frente las posibilidades caerían nn en picado. El pacto implica un cierto sacrificio de votos por parte de ERC a cambio de una mayor aproximación a sus fines. ¿Serán capaces de facilitar o tolerar que un convergente les lleve hacia ellos?