El botín de los patriotas

FRANCISCO JAVIER ZUDAIRE

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Hoy se elaboran estudios de casi todo. De una cola de lagartija te hacen un centro de interpretación en un pispás.

Si usted quiere saber cómo se aparea una codorniz, seguro que encuentra un sesudo tratado donde se explica no sólo el amor plumífero sino los motivos y hasta los resultados del acto. Otra cosa es que llegue un cazador y de un escopetazo liquide la coyunda y derivados, pero entonces podrá abordar otro estudio donde le serán explicados los impulsos ancestrales que invitan al hombre a echarse al monte con un arma en bandolera.

¿Todo esto sirve de algo? Bueno, no deja de ser conocimiento y hay que confiar en los estudiosos, que hacen lo que pueden por mantenernos informados. Por ejemplo, de la corrupción. Saber hasta dónde nos meten el estoque del descabello puede irritar, aunque esconder la cabeza bajo el ala tampoco soluciona gran cosa. Lo cierto es que un grupo de estudio ha tenido la valentía, no sé si temeraria, de abordar el coste que a este país le supone la corrupción. Casi nada.

Para abrir boca (de asombro e indignación), citemos el 'Informe anticorrupción' publicado por la Comisión Europea, que coloca a España a la cabeza de la corrupción, con la puntualización de alcanzar ese lugar preeminente mediante los grandes fraudes. En el menudeo y las mordidas salimos mejor parados. Nosotros, a lo grande.

Pero la Universidad de Las Palmas ha querido ir un poco más allá y contarnos en cifras el coste social de esos patriotas que roban y corren a Suiza y a otras cuevas de Alí Babá a esconder el producto de su rapiña. Pues bien, lo que ha costado a la sociedad española esa práctica fraudulenta --ojo, hasta donde sabemos-- se valora en 40.000 millones de euros. No soy tan ingenuo de creer que si no hubiera corrupción, se habrían evitado los recortes sociales, pero si esos 40.000 millones de euros se hubieran quedado en el país y en los lugares precisos, donde hacen falta, posiblemente iríamos un poco mejor a la hora de capear el temporal.

La cantidad concluyente de 40.000 millones de euros, según la Universidad de Las Palmas, expresa, a fin de cuentas, el impacto de la corrupción sobre la calidad de vida de los ciudadanos. ¿Se acuerdan de la calidad de vida? Ya me imagino que poco. Bien, pues frente a esta cifra tan elocuente contamos con unos políticos a los que les importa un pimiento semejante latrocinio, si tenemos en cuenta lo poco que hacen por remediarlo. Quizá porque la clase política está demasiado pringada en este deleznable unte. Con excepciones honrosas, por supuesto.

Recordemos algunos ejemplos, aunque la sociedad ya está suficientemente informada de los abusos, de la misma manera que se halla insatisfecha con las inexistentes medidas correctoras: un saqueo significativo de dinero público en España se detalla en el sumario del 'caso de los ERE de Andalucía'. El fondo que constituyó la Junta en el 2001 para subvencionar los ERE de empresas en crisis disponía de 721 millones hasta el 2010. De esa cantidad se hizo un uso fraudulento de, al menos, 140 millones de euros.

También, las empresas que aparecen en los papeles de Bárcenas recibieron 4.894 millones de euros en adjudicaciones públicas de la Generalitat valenciana en tiempos de Camps..., las empresas de la trama Gürtel gestionaron 120 millones de euros...

Son detalles abrumadores --y brumosos porque nunca estarán claros-- de cuanto se viene cociendo en los patios de estos Monipodios con ordenador a bordo. En conclusión, sepan que, de cuanto conocemos --que en absoluto será todo lo que se roba-- la sociedad tiene un déficit de 40.000 millones de euros, y recuérdenlo cuando paguen sus impuestos.

Y si se irritan demasiado, no olviden que siempre podrán relajarse con otros sesudos trabajos. Como la cría de la codorniz... antes de que llegue el cazador.