LA CLAVE

El Bernabéu, 10 años después

Como en el clásico de Ronaldinho, el conflicto con Catalunya no ha llegado a la grada del Bernabéu, que incluso ha aplaudido. Quizá no todo esté perdido

ENRIC HERNÀNDEZ

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Otoño del 2005. Sopla en la meseta un fuerte viento racheado contra Catalunya. El ambicioso proyecto de Estatut, alentado por el presidente José Luis Rodríguez Zapatero y enviado por el Parlament, se acoge en Madrid como un grave órdago, como un desafío rupturista. La derecha, recién descabalgada del poder, se remueve en su poltrona. Desde las ondas episcopales, Federico Jiménez Losantos emula al general Queipo de Llano de Radio Sevilla. Gas Natural, antes alemana que catalana, clama la marquesa Esperanza Aguirre. Llamadas al boicot de productos catalanes como el cava. En los restaurantes de la Villa y Corte no se habla de otra cosa: hay que parar los pies a los catalanes. Y en estas llega el clásico del Bernabéu, que se disputa el sábado 19 de noviembre. De eso hace justo 10 años.

El siempre intuitivo Antonio Franco, fundador y entonces director de EL PERIÓDICO, me encomienda una grata misión: poner el termómetro en la grada blanca para medir el punto de ebullición que alcanza la inquina hacia los catalanes, encarnada en los jugadores del FC Barcelona. Si había tal fiebre Ronaldinho la enfrió con dos golazos, y el público merengue, en un gesto inusitado, aplaudió en pie al eterno rival que le había infligido un humillante 0-3. “Goleada a la catalonofobia”. Ese fue el titular de mi crónica.

Otoño del 2015. La ofensiva independentista lanzada ­--esta vez sí-- desde Catalunya ha provocado una guerra fría con Madrid. Los grandes partidos se conjuran ante la amenaza de ruptura del Parlament. Hacienda amaga con cerrar el grifo financiero a la GeneralitatMariano Rajoy excluye a Artur Mas Mariano RajoyArtur Masde su ronda de contactos sobre la amenaza yihadista. Solo las disputas en la trinchera soberanista evitan que el choque institucional vaya a mayores.

NO TODO ESTÁ PERDIDO

En el clásico de este sábado, como una década atrás, el buen fútbol se ha impuesto otra vez al odio. Nueva exhibición azulgrana (0-4), con aplausos del Bernabéu al esforzado Andrés Iniesta y pañuelos blancos contra el palco. Quizá no todo esté perdido.