Al contrataque

El arroz bomba de Tejero

JORDI ÉVOLE

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No sé qué pasa, pero últimamente me encuentro a Tejero hasta en la sopa. Bueno, quien dice sopa, dice paella. Vayamos al grano: la comilona de hace un mes del golpista y su hijo en un cuartel de la Guardia Civil ha provocado que volvamos a hablar de las durísimas condiciones de vida que sufrió Tejero tras ser condenado por golpear al Estado. Lo enchironaron en una prisión de El Ferrol y, según he podido leer, el hombre se puso las botas: un restaurante próximo a la cárcel, especializado en mariscos, le facilitaba la comida. La prensa de la época publicó lo que había comido un lunes. Ahí va: centollas y conejo. Y también publicó lo que se zampó el martes: almejas a la marinera y merlucita. Pero no solo de comer vive el hombre, sino también de cenar. He leído que, por la noche, solía tomar jamón serrano, queso de oveja y vino de rioja. Lo normal, la típica cena de la España de los 80…

Pasados algunos años, Tejero salió de presidio. Por supuesto, completamente rehabilitado. Si no, hubiera sido imposible que quedara libre. También hoy para salir de la trena hay que estar plenamente rehabilitado. Si no, no sales. Es igual que hayas cumplido tu condena; lo que realmente va a misa es que estés o no rehabilitado. Por eso, si ya estás rehabilitado para la sociedad, ¿para qué vas a entrar en la cárcel? Ese fue el argumento aplastante que me soltó Florentino Pérez para pedir el indulto para Del Nido. Pobre Del Nido, con la de pájaros que hay fuera de la cárcel.

Lo dicho. Que en este país se cuida mucho lo de la rehabilitación. Bueno, igual ha habido algún reincidente, pero son excepciones. Y con Tejero se cumplió la norma: salió completamente rehabilitado.

Reuniones secretas

Tejero se convirtió en un hombre nuevo. Y para que a todos nos quedara clara su rehabilitación, publicó en el 2006 una carta en un periódico. Entre otras cosas, escribió: «Ante las noticias de las reuniones secretas de Zapatero y sus afines, no hay más que una respuesta: ¿quiénes son para repartir nuestro dinero a manos llenas a unos partidos catalanes que lo único que quieren es mandar a España a tomar viento? ¿Es que no van a parar de echarnos avispas para que se nos hinchen las narices y tiremos por la calle de en medio?» Esta es la frase clave: tirar por la calle de en medio. No era una amenaza, sino la evidencia de que se había vuelto de centro, como toda la derecha.

Cuando uno se rehabilita, lo hace con la ilusión de que su vida va a mejorar, pero no siempre es así. Tejero ha pasado de tener marisco en la cárcel a tener que comer una simple paella en un cuartel de la Guardia Civil. Es más, seguro que alguien quiso empezar a comer sin esperar a nadie, y él tuvo que gritar: «¡Quieto todo el mundo!». Eso es lógico. Pero nadie se cree que fuera a festejar el aniversario del 23-F porque todos sabemos que está totalmente rehabilitado.