Perlas del papel

¿El 15-M, un Tea Party de la izquierda?

La prensa de derechas pretende que los indignados solo conciernen a los socialistas

¿El 15-M, un Tea Party de la izquierda?_MEDIA_2

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ENRIC SALA

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Los dardos contra el 15- M siguen fluyendo en la prensa de derechas de Madrid. A los intentos de criminalizar o banalizar el movimiento ciudadano y su auténtico calado le está sucediendo como argumento la tesis de que esta ola de indignación no va con las políticas conservadoras, sino que es algo que afecta sobre todo o exclusivamente al PSOE. Así lo escribeJosé Antonio Gundínen La Razón:«Es un ajuste de cuentas de la izquierda sociológica contra sus propios dirigentes, algo así como el impulso edípico de matar al padre(...),por más que intenten maquillarlo metiendo en el mismo saco del descontento al PP».Edurne Uriarte, enAbc, abunda en esta interpretación y dice que el movimiento de los indignados es a la izquierda española lo que el Tea Party a los republicanos de EEUU,«una protesta popular y populista salida de su propio entorno ideológico». También enEl Mundogustan de relacionar el 15-M y las horas bajas del PSOE.Lucía Méndez asegura que«puede ser injusto[que Zapatero sea el chivo expiatorio del empobrecimiento de España], (...)pero le ha tocado y la bola de nieve es imparable»,porque«los indignados no tienen armas ni capacidad para hacer pagar sus pecados en la crisis a los banqueros, ni a las agencias de calificación, ni a Angela Merkel, ni a Van Rompuy, ni a Trichet, ni a Fernández Ordóñez. Pero sí tienen el arma del voto, del no votomás bien, para castigar los pecados del Gobierno de Zapatero». En el mismo diario,David Gistau pone el estrambote en forma de símil futbolístico y asegura que el 15-M«ha conseguido lo mismo que el Barcelona de Guardiola: pasar por una de esas cosas que, al ser virtuosas por definición, transforman en una entidad perversa a cualquiera que se oponga, que matice siquiera».

Por contraste, la lucidez, como de costumbre, anida enJosep Ramoneda (El País): el poder político es cada vez más débil frente al poder financiero,«una verdad de perogrullo que no se quiere reconocer porque deja tocada la autoridad de la política», ya que«lo peor que le puede ocurrir a un gobernante es que la gente se dé cuenta de que está desnudo», ergo, que las medidas que se presentan como inexorables lo son«porque la política no tiene poder para negarse a ellas, no porque haya ninguna ley natural que las convierta en inevitables». Más claro, agua.