tú y yo somos tres

Ejercicios con el culo al aire

FERRAN MONEGAL

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Esta semana la tele nos ha ofrecido dos ejercicios muy hermosos, y bien distintos, sobre cómo circular por la vida enseñando el trasero. El primero fue en esta especie de 'laboratorio de comportamiento' que emite La Sexta bajo el título 'Tal como somos'. Lanzaron a pasear por las calles de Madrid a una atractiva joven con la falda levantada por detrás, como si ella no se hubiera dado cuenta, y un equipo de cámaras ocultas se pusieron a seguirla. ¡Ahh! Su sugerente trasero, silueteado por la sugestiva cintita de un tanga para darle más morbo, provocó un gran interés entre los bípedos implumes masculinos. Ella les preguntaba alguna dirección, como si no conociera la ciudad, y ellos la atendían solícitos y no le quitaban los ojos de su culito. Durante dos horas estuvo ella preguntando direcciones, a culo descubierto, y ningún representante masculino le advirtió que -como en la canción de Sabina- llevaba la falda levantada enseñando la luna. Con las viandantes femeninas, en cambio, ocurrió todo lo contrario: todas las señoras que se cruzaron con la muchacha del trasero, corrieron a advertirle su descuido, y se afanaban a bajarle la falda y a taparle sus gloriosas mejillas. O sea que este programa ha demostrado que las señoras, por delicadeza, por prudencia, o por espíritu de cuerpo, son mucho más proclives al socorro y al auxilio. Cabe meditar, no obstante, qué porcentaje de estas damas se apresuraron a cubrir el hermosísimo culito de la joven porque quizá les entró un insoportable ataque de envidia.

KARMELE, OTRO TRASERO A LA VISTA -. El segundo culo que nos ha enseñado la tele esta semana ha sido en sentido metafórico. Pero la impresión que nos ha causado ha resultado demoledora y terrible. Me refiero a la sesión que protagonizó Karmele Marchante la madrugada de ayer en el 'Deluxe' (T-5). Advirtió Jorge Javier Vázquez al principio: "¡Hoy Karmele puede quedar como el culo!". Efectivamente. Se prestó a quedar con el culo al aire durante más de tres horas seguidas, con sus compañeros cotillas hurgando y pitorreándose de su vida marital -sexo incluido- con un tal Diego, pero al que todos llamaban Pichurrín. El cachondeo fue superlativo. Aguantó estoicamente Karmele la burla de los allí reunidos. O sea, que el cheque que le han dado debe ser magnífico. Este segundo culo televisivo es distinto del primero: además de enseñarlo, se lo han zurrado de lo lindo.