LA CLAVE

El ejemplo británico

La reina Isabel II recibe a Trillo en el palacio de Buckingham el 23 de octubre del 2012.

La reina Isabel II recibe a Trillo en el palacio de Buckingham el 23 de octubre del 2012.

ALBERT SÁEZ

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El embajador de Gran Bretaña ante las instituciones europeas, Ivan Rogersha dimitido por el caos que rodea el brexit. Se ha ido, lisa y llanamente, porque se considera un servidor público suficientemente formado para no tener que aguantar la incompetencia de sus superiores políticos que se han metido en un embrollo del que no saben como van a salir. Rogers dignifica la función pública, de la Gran Bretaña y del resto del planeta, entendida como la manera de poner a los más capacitados al servicio del conjunto de la sociedad. Seguramente se va porque no tiene miedo a quedarse sin trabajo puesto que en su país haber ejercido la función pública és un mérito y no una fatalidad. Gran Bretaña, en la que tanto gusta a algunos reflejarse, tiene una profunda cultura democrática que abraza sus leyes pero las trasciende y que protege a las mayorías y a las minorías.

LOS MÉRITOS DEL EMBAJADOR

La actitud de Rogers contrasta y pone en evidencia la reacción de otro embajador, en  este caso el español Federico Trillo tras el dictamen del Consejo de Estado sobre el accidente del Yak-42. Por primera vez, una institución del Estado ha discernido las responsabilidades del gobierno de Aznar y del ministerio de Trillo en la muerte de 62 militares españoles en misión de paz en Afganistán. Es impresentable que tras ese varapalo, Trillo no haya presentado su dimisión como embajador puesto que está incapacitado para desempeñar un cargo público. Y todavía es más alucinante que pretenda recuperar su antiguo puesto en el mismísimo Consejo de Estado. 

Trillo sí que tiene miedo de no encontrar trabajo porque, al contrario que Rogers, la mayor parte de su carrera profesional la ha hecho por méritos exclusivamente políticos y fue esa lógica la que le impidió asumir responsabilidades en el Yak-42 cuando se limitó a dar la cara por el jefe que le había puesto y que ahora, en pago de aquellos servicios, no le puede dejar caer, le tiene que seguir dando trabajo. Esa es la diferencia. El último mérito de Trillo antes de ser embajador fue movilizar cielo y tierra para recusar a un magistrado del Constitucional antes de la sentencia del Estatut. España tampoco es Alemania.