MIRADOR
Efectos del 21-D en otro año de Goldilocks
Las consecuencias económicas de las elecciones podrían ser asumibles para Catalunya y para España
Jesús Rivasés
Periodista
Jesús Rivasés
Luis de Guindos, ministro de Economía y Competitividad, fue el único que pudo darle una alegría a Mariano Rajoy el día siguiente del 21-D. "Presidente, la prima de riesgo se mantiene", le confirmó al finalizar el Consejo de Ministros del 22 de diciembre. La Bolsa bajó un 1%, la mayor caída de la zona euro ese día. Los descensos se concentraron en las entidades financieras catalanas, Caixabank y Sabadell, pero las cifras eran asumibles. El mercado, siempre por delante, ya había descontado que, tras las elecciones, seguiría la algún tipo de incertidumbre en Catalunya.
Los analistas del Grupo Santander, que preside Ana Botín, entienden que el 2018 será "otro año de Goldilocks" --ricitos de oro--, término con el describen una situación de estabilidad económica que configuran "un escenario de condiciones y riesgos favorables para la economía mundial". En ese escenario, la situación política catalana no alarma más que antes del 21-D, pero puede pasar factura --a Catalunya y a España-- si el próximo Govern vuelve a concentrarse en el soberanismo unilateral y se olvida del día a día. Por primera vez en la historia, Madrid superará en PIB a Catalunya en el 2018, según estimaciones de BBVA Research y Funcas.
Al mismo tiempo, el presidente del Círculo de Empresarios apunta que puede haber otra oleada de salida de empresas de Catalunya y advierte del peligro de que el Gobierno de Rajoy no pueda aprobar los Presupuestos Generales del Estado. Los mercados, no obstante, intuyen que, incluso dentro de la incertidumbre, la tensión soberanista se relajará o se reconducirá. Si ocurre así, y también gracias al escenario Goldilocks, las consecuencias económicas del 21-D podrían ser asumibles, para Catalunya y también para España. Ambas economías son ahora --y por muchísimo tiempo-- indisociables, digan lo que digan los teóricos del independentismo.
Las consecuencias del 21-D son políticas y, como las económicas, trascienden a toda España y, sobre todo, a un PP, en el que las aguas bajan más que revueltas. Mariano Rajoy está muy contrariado, pero aguanta el tipo y actuará cuando crea que más le conviene. Mientras, el pánico se abre paso entre muchos dirigentes del PP, que incluso han compilado en una especie de decálogo-balance, que circula por Génova, sobre los efectos del 21-D:
"1) Daño reputacional para España y recelo en la Europa que lideran Alemania y Francia; 2) Provocación a los mercados internacionales; 3) Tensión para las empresas cotizadas, catalanas y no catalanas; 4) Aval para el Govern que pretende restituir Puigdemont; 5) Error de estrategia política; 6) Instigación al enfrentamiento entre catalanes; 7) Fracaso del Gobierno de España; 8) Desconexión del PP con las clases medias, los jóvenes y la realidad española; 9) Vuelta del PP a un mero partido de derechas, con una clientela sobre todo de jubilados y con las cifras (techos) de Fraga; 10) El anuncio del próximo entierro del bipartidismo" .
Rajoy, no obstante, es mucho Rajoy y todavía sueña con un 2018 también Goldilocks para él. No sería la primea vez que sorprenda.
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