EDITORIAL

Los pactos frenan a Le Pen

El peligro del Frente Nacional sigue presente: para muchos franceses es un refugio contra el miedo

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Al Frente Nacional (FN) no le derrotan tanto los franceses como el sistema electoral. Volvió a ocurrir ayer en la segunda vuelta de las elecciones regionales, al quedarse el partido de extrema derecha sin dirigir ninguna región después de haber encabezado en la primera vuelta seis de las trece en las que ahora está dividida la Francia metropolitana. El FN fue derrotado en las seis, incluidas las dos en las que tenía más de 15 puntos de ventaja sobre el segundo partido. El candidato de la derecha batió por 16 puntos a Marine Le Pen en Norte-Paso de Calais mientras que en Provenza-Alpes-Costa Azul a la nieta del fundador del FN, Marion Maréchal-Le Pen, le faltaron 10 puntos para imponerse al candidato de Los Republicanos. En estas regiones, sin embargo, la derrota del FN se debió a que los candidatos socialistas, terceros el domingo pasado, se retiraron y pidieron el voto para la derecha.

Si este pacto republicano unilateral no hubiera funcionado, Marine Le Pen y su sobrina serían ahora presidentas de dos regiones, como reconocen dirigentes del partido de Nicolas Sarkozy. Esto significa que la estrategia del expresidente ante el crecimiento del FN ha fracasado y que la derecha deberá replantearse su política, aunque Sarkozy insistió anoche en su estrategia de ni-ni (ni PS ni FN), rechazada por sus aliados centristas y por parte de Los Republicanos. Los resultados del partido de Sarkozy pueden considerarse bastante mediocres, tanto en la primera vuelta como en la segunda. Que el Partido Socialista (PS), que arrastra todo el desgaste del poder, conserve la mitad de Francia es un buen resultado porque en las elecciones intermedias de menor importancia entre dos presidenciales suele ganar siempre la oposición.

El peligro del FN sigue presente. Su crecimiento es incesante en cada elección y, en las regionales, ha pasado de 2,2 millones de votos en la primera vuelta del 2010 a seis en el 2015 y de un 9,17% a un 30% en la segunda. Crece en el territorio y en todas las franjas sociales, y es ya la primera fuerza entre obreros jóvenes. El FN no es solo un partido de protesta, su voto es cada vez más un voto de adhesión a unas ideas, equivocadas, pero en las que los franceses se refugian para calmar su miedo y su incertidumbre. Por eso la tarea para frenarlo no puede limitarse a unos pactos electorales cada vez más inestables.