EDITORIAL

El desenlace del Mundial de MotoGP

En la pugna Lorenzo-Rossi no hay que caer en una absurda lucha de nacionalidades. Como dice el tópico, que gane el mejor

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La historia del deporte está llena de grandes rivalidades que, en demasiadas ocasiones, han ido más allá del terreno de juego. Y, en ocasiones, con resultados desgraciados, sobre todo en el ámbito del fútbol. No ha ocurrido así en el mundo del motor, donde los aficionados siempre se han movido en la más estricta deportividad. Pero en las últimas semanas esa tónica de fair-play ha variado algo su rumbo con la polémica suscitada en la recta final de MotoGP, la gran categoría del campeonato. El pulso entre el ídolo de la última década y media, el italiano Valentino Rossi, y el heredero de talento y ambición incontenibles, el catalán Marc Márquez, fue más allá de lo deseable, sobre todo en ese foro de discusión acalorada, a veces en exceso, que constituyen las redes sociales.

Lo que Rossi inició con unas declaraciones en las que acusó a Márquez de ayudar a Jorge Lorenzo, el rival del italiano en la lucha por el título, tuvo su continuación en la pista de Malasia con la respuesta combativa del piloto de Cervera. Tanto que el italiano se lo sacó de encima con malas artes, lo que mereció una sanción que la mayoría, el propio Lorenzo el primero, entendieron demasiado blanda. Todo quedó pendiente de la cita de hoy en el circuito valenciano de Cheste. Como han hecho los implicados estos últimos días, rebajando la tensión, es de esperar la máxima corrección entre la afición, y no caer en una absurda lucha de nacionalidades entre españoles e italianos. Y, como dice el tópico, que gane el mejor.