EDITORIAL
La ambigüedad de los 'comuns'
Todo lo que no sea participar en el referéndum para otorgarle legitimidad necesaria no satisfará al independentismo
Cuatro horas de debate no sirvieron para que Catalunya en Comú, el partido de Ada Colau y Xavier Domènech, saliera de la ambigüedad que viene manteniendo ante el referéndum unilateral anunciado, pero aún no convocado, por el Govern. Acabar con la ambigüedad tampoco era lo que se pretendía. Así, se impuso por 85 votos a 29 la propuesta de la dirección, que consiste en apoyar el 1-O como una jornada de movilización en favor de derecho a decidir, pero no como un referéndum vinculante.
La cuestión decisiva era, sin embargo, si los 'comuns' llamarían a la participación y si sus militantes irían a votar en el referéndum si se celebra. Y esta decisión ha quedado para septiembre. Domènech señaló que si las circunstancias cambian y el Govern es capaz de ofrecer más garantías, Catalunya en Comú se podría replantear la participación. Aplazar la decisión a septiembre seguramente tiene relación con las dudas de que el referéndum se lleve a cabo. Si no se vota, los 'comuns' se habrán ahorrado pronunciarse.
Esta posición mayoritaria –la que defendía participar cosechó una cuarta parte de los apoyos y la del boicot ni se votó—se sitúa a medio camino entre los partidos que no aceptan la consulta y los independentistas que la sostienen, y es algo más tímida en el respaldo a la jornada que la adoptada por Podem, en contra de la que mantienen Pablo Iglesias y Podemos, que han desautorizado al dirigente catalán Albano Dante Fachin. Iglesias ha dejado claro que si fuera catalán no votaría el 1-O por discrepar de la unilateralidad del referéndum.
La decisión de Catalunya en Comú no contentará ni al bloque constitucionalista ni al independentista. Todo lo que no sea participar en el referéndum para otorgarle la legitimidad necesaria no va a satisfacer al independentismo. Puigdemont ya ha situado a los comuns junto a los expresidentes Felipe González, José María Aznar y José Luis Rodríguez Zapatero, quienes, con su comparecencia de hace unos días, se han convertido en el nuevo pim pam pum de los independentistas, a la misma altura que Mariano Rajoy. Colau y Domènech no merecen en absoluto esa descalificación, pero sufren los costes de la ambigüedad, que, si se maneja bien, aporta ventajas políticas, pero también inconvenientes, sobre todo en una situación tan polarizada como la que vive Catalunya.
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