El terrorismo global

Ecos de París y Beirut

Somos todos hipócritas y dolientes selectivos, solo nos lamentamos por unos y callamos por otros

PERE VILANOVA

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Ya se ha cumplido un mes de los atentados de París y como es lógico, diversos ecos del trágico episodio siguen resonando en las mentes de todos nosotros. Un ejercicio educativo consiste en fijar la atención en algunos de estos ecos, aunque es imposible fijarse en todos, y es de suponer que cada cual tendrá su criterio. Conviene compartirlos, el debate debe seguir. Por ejemplo, el escritor iraní de pasaporte alemán, Navid Kermani  hizo un emotivo discurso de agradecimiento el día que recibió el Premio de la Paz de los libreros alemanes en Fráncfort. Dedicó su discurso al padre Jaques Mourad, árabe, sirio y de religión cristiana nazerí, que fue secuestrado el 21 de mayo de 2015 por el Daesh

No vamos a entrar ahora en el absurdo debate sobre si hay que llamarle Daesh, Estado Islámico, Isil, o Isis, que son sus diversas denominaciones. Ellos saben quienes son, y nosotros también. Kermani rinde homenaje a su amigo Mourad, al que conoció en el 2012, y de las muchas reflexiones que encadena, podemos quedarnos con  algunas al azar. "Me impresionó su cansancio y fatiga, el cansancio de un hombre (el padre Mourad) que se había dado cuenta de que solo podría descansar en la otra vida. El padre Mourad era médico, bombero y sacerdote en medio de la guerra". Y añade lo obvio: "A los necesitados, ofrecía comida, amparo, protección (sic), atención y cercanía"… Hasta que llegó Daesh, mató a muchos, se llevó al resto y a otra cosa. Pero Mourad defendió poco antes –por correo electrónico a Kermani– al islam, sobre todo, a la gente, a los musulmanes a los que Daesh mata al grito de "Alah hu Akbar". Kermani recuerda de paso que su maestro y profesor cuando estudiaba el Corán en El Cairo, de nombre Hamid Abu Zaid, está acusado de hereje y ha sido expulsado de su cátedra. El milagro (nunca mejor dicho) es que  el 2 de diciembre cayó la noticia: el padre Mourad consiguió escapar con la ayuda de unos amigos musulmanes, que le llevaron en moto de escondidas hasta Líbano. Un justo entre miles que sobrevive.

LLANTO POR LOS PALESTINOS

En paralelo, Halim Shebay, escritor libanés escribe en www.opendemocracy.org, portal cosmopolita, laico y de izquierdas, este interesante artículo: De Beirut a París, somos todos hipócritas y dolientes selectivos, y desde Beirut, este árabe nos recuerda que mucha gente tomó el pretexto del ataque de París para acusar a "Occidente" (comodín de todo uso) de no lamentarse por igual cuando la masacre ocurre en Oriente Medio. Falso, nos dice, porque en el propio Líbano, desde hace mucho tiempo, y con muy pocas excepciones, cada quien solo se lamenta por los suyos y calla (cuando no se alegra) por la muerte de los demás. Y allí los demás puede significar el vecino de la escalera, de portal o de la calle de al lado. Y es cierto. No es habitual ni frecuente que en Siria o en Líbano todos se lamenten cuando mueren palestinos. O en Siria e Irak, la selectividad es muy obvia cuando los que caen violentamente son yazidies, kurdos, chiitas o sunitas según cuándo y según dónde. Argumenta Shebay: "Si bien estoy totalmente de acuerdo  que deberíamos lamentar todas las víctimas por igual, el excelente debate que se ha abierto acerca de la selectividad en la aflicción expone una verdad muy incómoda para todos y cada uno de nosotros, en todo el espectro político, en el este y en el oeste, en el norte y en el sur". Y añade: "Líbano, que sufre y padece mucha violencia, es un país que constantemente ve a su gente afligirse selectivamente". Con mucha contundencia nos recuerda como en su país, donde el duelo por 'Charlie Hebdo y por la matanza del 13 de noviembre fue abrumador, persiste un incómodo silencio sobre los más de 17.000 desaparecidos de la guerra civil. O Siria, con 240.000 muertos en cuatro años…, pero en toda la región el afligido tiene que tener en cuenta si es (o se le designa como tal) pro-Arabia Saudí, pro-Irán, pro-Catar, pro-Asad, o anti cualquiera de lo anterior. El artículo concluye señalando: "La verdad es que somos todos hipócritas, seleccionamos nuestras aflicciones y también nuestras simpatías".

Pero podemos estar tranquilos, porque nos redimen un poco las brutales simplezas de gente con audiencia pero sin escrúpulos. Estos días Donald Trump se desgañitaba en un mitin pidiendo que se prohíba la entrada en Estados Unidos de todos los musulmanes "¡hasta que nuestros políticos se enteren de una vez de qué demonios pasa!". De momento va en  cabeza en las encuestas dentro del campo republicano. Otro ejemplo, el otro día en Wroclaw (Polonia) el movimiento ultraderechista ONR, (mejor no miren su web) convocó una manifestación contra la política migratoria de la Unión Europea y contra los inmigrantes musulmanes. Y para celebrarlo quemó… ¡una efigie de un rabino! En medio de los aplausos generalizados. H

Catedrático de Ciencia Política (UB).