Editorial

La economía europea desfallece otra vez

Europa ya ve el rostro a la temida deflación que el BCE intenta frenar con estímulos hasta ahora inimaginables

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Hace tres años, cuando llevábamos otros cuatro desde el inicio de la crisis inmobiliaria y financiera mundial, España entró en su segunda recesión. Corría el segundo semestre del 2011 y el impacto de la crisis en las cuentas del Estado, que ya se había llevado por delante a Grecia, Irlanda y Portugal, abocadas al rescate de la UE, amenazaba también a España. De los tímidos brotes verdes del 2009 pasamos al tijeretazo del 2010 de Zapatero y al corregido y aumentado de Rajoy, con rescate bancario incluido en el 2012. Siguiendo las férreas directrices de una UE tutelada por Alemania, el duro plan de ajuste público y privado para sanear las cuentas y hacer la economía más competitiva empezaba a dar tímidos frutos en diversos países a finales del 2013. En España, salidos técnicamente de la recesión hace casi un año, las estadísticas y los índices de la bolsa mostraban unos síntomas positivos, aunque la mayoría de la población seguía sin percibir los efectos.

Así hemos transitado por la primera mitad del 2014, a la espera del final del túnel. Lamentablemente, las cosas no están tan claras. Vuelven a aparecer preocupantes señales de que las economías del euro se estancan. Alemania, Francia e Italia, cada una con sus achaques, han sufrido significativos parones. La economía germana, la mayor exportadora, se resiente del deterioro de las vecinas y de buena parte de los mercados, y las otras evidencian además que siguen pendientes reformas en profundidad. La muestra más palpable de que las cosas no marchan es el sostenido deslizamiento de la inflación hacia límites cercanos a cero. Europa ya le ve el rostro a la temida deflación, que Mario Draghi al frente del Banco Central Europeo (BCE) trata de frenar con medidas de estímulo que resultaban inimaginables hasta ahora.

Los próximos meses van a ser clave para comprobar si el golpe de timón, con el que Alemania no comulga, permite despegar o si nos vemos abocados a una tercera recesión, que pillaría a los países y a sus ciudadanos totalmente exhaustos. Un deterioro económico de esta magnitud agravaría la crisis política de la UE, cuya población está dejando de creer en las instituciones comunitarias y busca en casa refugio y salidas individuales milagrosas. Un cóctel demasiado peligroso para la maltrecha Europa.