Qué bello soy

La falta de regulación convierte algunas de las empresas adalides de la economía colaborativa en un medio para enriquecer a unos, pero para empobrecernos a todos. No tributan aquí sus impuestos

Una pareja con el anillo de la campaña de Airbnb

Una pareja con el anillo de la campaña de Airbnb / periodico

EMMA RIVEROLA

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¿Tiene algo que ver Airbnb con el 'mindfulness'? ¿La economía colaborativa con todas las tendencias para mejorar el equilibrio interno y alejar pensamientos nocivos de la mente? En sus formas de expresión, nada. Usar una plataforma para poner tu piso en alquiler o abrir una aplicación para convertirte en 'conductor uber', poco tienen que ver con la meditación. Pero ambas comparten una concepción en la que triunfa el individuo, su libertad, su capacidad para obtener más de sí mismo y un cierto desprecio hacia lo establecido.

La falta de regulación convierte algunas de las empresas adalides de la economía colaborativa en un medio para enriquecer a unos, pero para empobrecernos a todos. Uber, Airbnb, Blablacar y tantas otras no tributan sus impuestos en España. Es decir, que su colaboración no llega a las escuelas ni a los hospitales ni al transporte. Por mucha poesía que le pongan a su concepto de poner en contacto a particulares, lo cierto es que la ciudadanía, en global, sale perdiendo.

Pero no nos preocupemos. No nos carguemos de pensamientos negativos. Conectemos con nuestro interior, con la belleza de nuestra mente y vivamos el presente. En esa línea trabajan las terapias de moda. Y no hay nada malo en ello. Especialmente, si nos convierte en mejores personas. Pero no tanto si nos vuelve conformistas con lo que debería indignarnos. No nos olvidemos de lo colectivo. Quizá no quieren que pensemos en plural.