Punta de cuchillo

El Ebro como destino

PAU ARENÓS

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Los cocineros siempre deberían estar enganchados al territorio, a menos que su talento sea tan excepcional que encuentre la inspiración en la cabeza. Pasa a veces que un cerebro contiene un mundo, si bien lo corriente es que sea el espacio común, una cierta geografía, el que determina y singulariza una cocina.

Fran López, chef de Villa Retiro, en Xerta, tiene claro que las Terres de l'Ebre es su país y que a ese culto se debe. Es afortunado porque el sur guarda una despensa particular que apasiona a los gurmets veniales.  Si algún día sirve ancas de rana -y las libera de la insipidez- me habrá ganado para la eternidad.

A diferencia de los chefs metropolitanos, Fran tiene que convencer a los clientes de que el kilometraje es liberación y no penitencia.

Las cigalas al vapor de oporto -¿por qué no al de un vino rancio de Tarragona?-, las angulas con huevo -plato para enmarcar-, la anguila con berenjena o el arroz untuoso de pato collverd hablan de ese punto en el que el río es mar, o el mar se ensaya río.

Si Fran mantiene a raya las modas y busca lo distintivo de su territorio, pronto le harán el boca a boca gurmet. O el boca-oreja.